
Hay un dato que ilustra con precisión hasta qué punto María Terremoto (María Fernández Benítez; Jerez de la Frontera, 1999) estaba preparada para desahogarse artística y personalmente. Su primer álbum, Manifiesto (Universal Music), que ve la luz este viernes, ha sido compuesto por ella en el transcurso de 15 días. Cuando se le pregunta cómo es posible que un trabajo tan impecable, conmovedor y bien articulado brotase de su interior en un paréntesis temporal tan escaso, a la cantaora le entra la risa floja ante su propia hazaña e insiste: “Todo el disco está escrito en dos semanas. Te lo prometo”. Tal era la necesidad que tenía, explica, de sacar todo lo que llevaba dentro. En concreto, el largo diálogo que ha mantenido –y sigue manteniendo, “porque esa herida no se llega a cerrar nunca”– con el duelo desde que su padre, el cantaor Fernando Terremoto, falleciera en 2010.A esa pérdida se sumó, posteriormente, la de sus dos abuelos maternos. Tres ausencias de lo que ella describe como tres pilares de su vida, que la han llevado ahora a crear este trabajo musical compuesto por ocho canciones en las que los palos tradicionales del flamenco adquieren una textura directa y minimalista. Acompañando la poderosa voz de María, el hechizante toque de la guitarra de Yerai Cortés. “Quería un sonido distinto. Que no fuera el típico disco de cante flamenco, con mucha reverb y todo muy bonito. Algo mucho más sencillo y orgánico. Cuando lo tienes tan claro, yo creo que sale solo”, explica sobre un largo que está llamado a consagrarla como digna, dignísima heredera, de una saga familiar de genios del cante.Retrato de María Terremoto.Universal MusicArrancas Manifiesto con un romance en el que le pides explicaciones a la muerte por llevarse a tu padre. En tu caso, se advierte un doble duelo: personal, pero también artístico. ¿Es así?Sí, pero es una revelación reciente. Mi padre fallece cuando yo tenía diez años. Era una niña. Y, en ciertos sentidos, el duelo que vive una niña no es peor que el de una persona mayor, porque supone una pérdida de la inocencia. Vas percibiendo cosas… sabes que tu padre está enfermo, que se ha ido, que tus padres están separados. El proceso es diferente, porque te afecta a la personalidad. Te vuelves más rebelde. Yo tuve que visitar psicólogos infantiles. Fue complicado. Ahora, al ir creciendo y conforme han ido pasando los años, me doy cuenta de que al duelo personal, que es el principal y el más doloroso, se le une el duelo artístico. Es decir, yo me subo al escenario y miro a un lado y pienso que ojalá pudiera tener ahí a mi padre apoyándome.¿Piensas a menudo en todo lo que os habéis perdido a nivel de sinergia creativa?Claro. Desde poder cantar con él hasta habernos acompañado mutuamente en giras o actuaciones. Pero, sobre todo, lo que más dolor me da es que no vaya a conocer a mis hijos. Eso es el dolor más profundo. Yo tengo una niña y un niño. Y el niño lleva su nombre.¿En qué sentido ha transformado la maternidad, si es que lo ha hecho, tu carrera musical?Al principio, me frenó muchísimo. No sabía ni qué hacer, ni cuándo hacerlo. Ni me encontraba a mí misma. Me vi en un estado complicado, estaba dentro de una depresión que yo no había sabido identificar. Sobre todo, me ocurrió después de dar a luz a mi segundo hijo, en agosto de 2023. Me había quedado embarazada en un momento que no era el mejor y fue un poco caótico. Se resintió la relación con el equipo. Entré en un bucle de oscuridad y de malas energías que me llevó hasta a replantearme mi carrera. He tenido un largo proceso hasta alcanzar la madurez. Y, de hecho, todavía tengo que seguir madurando, porque yo creo que nunca dejamos de aprender. Pero, a la vez, la maternidad también ha jugado un papel muy positivo en esta andadura. Te da valentía y mucha capacidad de luchar. Creo que ha sido necesario pasar por todo esto para llegar hasta aquí y crear este disco, que es mi corazón y mi alma hecha música. Todo lo que cuento es real. Me ha pasado todo. Lo he sentido todo.¿Qué es lo que hace entonces que te arrancases por fin a componer del disco?A los 34 días de nacer, a mi niño lo ingresan en la UCI por una bronquiolitis supergorda. Lo pasé tan mal y sufrí tanto de verlo, que, de alguna manera, me armó de valor. Me dije: ‘No van a poder más las situaciones que yo’. De hecho, estando en el hospital, llamé a Yerai [Yerai Cortés, guitarrista y productor del disco] y hablé con él para comentarle el proyecto . Y, a partir de ahí, empezó a fluir todo. Cuando llegamos a casa, yo me iba sola al estudio y me ponía a escuchar a mi padre, me ponía a recordar cosas que me han dolido. Momentos bonitos, momentos feos. Y de ahí surgió Manifiesto.
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Autor: Eva Blanco Medina