
Las amistades son una calle de doble sentido, lo que significa que si una persona deja de esforzarse, es casi imposible que la conexión se mantenga viva. “Quizá creas que tu amigo no se implica o no está disponible lo suficiente, así que decides dar prioridad a otras relaciones”, apunta Epstein. “O eres tú quien se aleja a pesar de sus repetidos esfuerzos”.Para averiguar si tienes una amistad unilateral, tómate un momento para reflexionar sobre su dinámica general. Por ejemplo, al revisar los mensajes de texto, ¿es solo uno de los dos el que inicia la conversación, o hay un intercambio equitativo? ¿Es una persona la que se desahoga, mientras la otra escucha ofreciendo poco consuelo? En cualquier caso, Epstein afirma que un desequilibrio importante en el esfuerzo es un indicador bastante claro de que quizá la dinámica no sea tan mutua como antes –o debiera serlo–.4. Ya no estás dispuesto a hablarle de tus problemasIncluso las amistades más sólidas pasan por malas rachas, y superarlas es un trabajo duro. Requiere esfuerzo mutuo, tiempo e inversión emocional, todo lo que puedes dedicar con gusto a los seres queridos que te importan, pero probablemente no a alguien a quien inconscientemente estás dispuesto a dejar marchar.“Cuando los amigos hablan de estos obstáculos, demuestran que siguen comprometidos y dispuestos a superarlos”, explica Epstein. Por eso es una señal de alarma que uno de los dos –o los dos– decida que ya no merece la pena una conversación difícil, aunque muy necesaria. Por ejemplo, tal vez tu mejor amigo no quiera darte una respuesta sobre por qué no comparte contigo sus problemas, por mucho que le ruegues y supliques una charla sincera. O, en lugar de hablar de sus constantes indirectas, prefieres evitarlo. “Si dos amigos ya no pueden hablar, o perdieron el deseo de hacerlo, entonces la relación podría estar llegando a su fin”, resalta Epstein.5. No los extrañas ni te sientes motivado para acercarte a ellosSin duda, habrá momentos en los que hablar incluso con tus personas favoritas sea demasiado difícil de soportar, ya sea porque estás de mal humor, abrumado por el trabajo o simplemente agotado socialmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, hablar con tus amigos íntimos no debería suponer ningún esfuerzo. Naturalmente, querrás saber cómo les fue en las vacaciones, por ejemplo, o hacer planes para verse en persona porque disfrutas su compañía.Sin embargo, cuando una amistad llega a su fin, “te sentirás más resignado que entusiasmado”, dice Epstein. En lugar de volver a llamarles con impaciencia, por ejemplo –o al menos con ganas de hacerlo cuando puedas–, quizá lo añadas a la creciente lista de obligaciones que “harás después” a regañadientes. O tal vez ocurra algo importante en tu vida –un ascenso en el trabajo, una nueva relación de pareja– y ni siquiera se te pase por la cabeza compartir la buena noticia con ellos.¿Y qué pasa si el final de una amistad es inminente?Mantener una amistad requiere compromiso y esfuerzo mutuo.
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Autor: Jenna Ryu