
Volviendo a la viralidad del momento, porque ha sido viral hasta sus últimas consecuencias, es decir, fuera de España, en cuentas de medios muy influyente (Roland Garros, NBA, F1, Fifa, Netflix y Eurovisión entre muchas otras) y convirtiéndose en uno de esos momentos que, en una sociedad global donde el objetivo es que todos hablemos de lo mismo, ha alcanzado una popularidad planetaria. ¿Cómo es posible que este hombre de 31 años natural de Utrera que lo único que ha hecho ha sido correr como un loco tratando de impedir la infidelidad de su pareja haya fascinado a tanta gente? Es decir, que nosotros, españoles, encontremos “divertido” ver a Montoya corriendo mientras grita “me has partido” y con la serena voz de Sandra Barneda apuntado “Montoya, por favor”, pues se entiende. Ahora, que produzca el mismo efecto en un abogado de Nueva York bien merece un pequeño análisis.Montoya y Sandra Barneda durante el último capítulo de La isla de las tentaciones. © DR.
La carrera nocturna de Montoya es todo lo cinematográfica que se le podría pedir: buena velocidad, casi saltando sobre el agua y con un objetivo claro, unas luces que se adivinan al fondo y que pertenecen a la villa donde está su chica, Anita, que en sos momentos estaba practicando sexo con otro. Se desconoce si todas las firmas, medios y personas anónimas que se han valido de esta imagen para compararla con otras igual de fugaces –una carrera de Mbappé o un punto de Sinner, por ejemplo– conocen la historia que hay detrás de esta vertiginosa sesión de running, pero el instante ha caído en gracia como tantos otros antes, y si a eso añadimos el efecto contagio, pues obtenemos una bola mundial nacida a partir de un pequeño instante de locura.Es más, nos atrevemos a afirmar que el 90% de los que ahora consideran divertida la carrera de ese tal Montoya no va a emplear ni cinco minutos en averiguar qué pasa en este programa. La carrera vale por sí sola para general un gif, meme o lo que sea, y acto seguido ser compartido. ¿Asegurará más audiencia a un programa nacional que en realidad no lo necesita? No lo sabemos. ¿Y alguien entre todos esos millones se habrá tomado la molestia de ver la secuencia entera y no solo la carrera? Bueno, para esa gran mayoría aquí va la descripción de lo sucedido: a Montoya se le ofrece la posibilidad de ver en una pantalla grande –normalmente lo ven todo en un iPad muy pequeño– lo que pasa en la otra villa en riguroso directo. Por supuesto, acepta; y por supuesto, lo que se encuentra no le gusta nada en absoluto. Su novia está llorando en su habitación mientras una compañera la consuela. Hasta ahí, Montoya más o menos “contento”. “Llora, llora”, le dice, aliviado por ver a su novia arrepentida por primera vez. Lo que pasa es que luego entra en escena Manuel, el tentador que ha conseguido tentar, y la cosa se enciende. Se besan, se meten en la cama, Montoya se arrodilla frente a la pantalla y grita “me has destrozado por dentro”. Y cuando el tema requiere un poco de censura, Montoya no puede más y echa a correr. Ya está, eso es todo.
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Autor: María Mérida