
Cuando tenía veintitantos años se me daban fatal las relaciones. Me hacía la dura si me gustaba mucho alguien. Evitaba decir lo que sentía para no parecer vulnerable. No respondía a un mensaje tenía más ganas de contestar de lo normal, lo que ahora, a mis 30 años, se me hace raro e ilógico. Cuando conocí a la que ahora es mi mujer tejimos una red de disfunciones mutuas y nos embarcamos con entusiasmo en un noviazgo insondable que duró aproximadamente dos años. Si yo hubiera sido uno de nuestros amigos en aquel momento, me habría preguntado a mí misma: "¿Pero qué narices estáis haciendo?".Pero lo que pasa con las relaciones es que a veces aprendes cómo llevarlas cuando ya estás inmersa en una. En mi caso, ocurrió poco a poco (tanto que apenas me di cuenta) hasta que un día las olas que me agitaban por dentro eran más bien suaves: ondas que se podían rozar con la mano. Había necesitado a otra persona (una persona concreta, de forma constante y sostenida) para calmarlas. Y viceversa, o eso me habían dicho.Si hubiera seguido los lugares comunes sobre las relaciones no me habría casado. Sobre todo si hubiera hecho caso de la ‘regla de los tres meses’, según la cual si al cabo de este tiempo crees que no eres compatible con la persona con la que sales deberías darle la patada. Al igual que mucho de lo que se dice actualmente sobre las citas, el caso no es muy diferente a lo que pasa en el trabajo. ¿Reconocéis y atendéis vuestras necesidades mutuas después de 90 días? Si no es así, puede que tengas que ‘dejar marchar’ a la persona para evitar más costes.A priori sí entiendo la regla de los tres meses. En ese tiempo puedes llegar a saber bastante sobre alguien, y si para entonces no te sientes atraído por la persona en cuestión o te das cuenta de que tenéis poco en común, probablemente la cosa no va a cobrar sentido por arte de magia. Pero también creo que las relaciones son complicadas e imperfectas por naturaleza, y si las miramos como si fueran transacciones o ecuaciones podemos acabar vendiéndonos mal a nosotros mismos. Que una relación funcione depende en gran parte de que ambos estéis en el momento oportuno, o de dónde nos encontremos emocionalmente, o de cómo sepamos comunicarnos. Cosas que no se pueden zanjar en tres meses.
Fuente:
Autor: Daisy Jones