
Según los expertos, las interrupciones constantes pueden tener diferentes causas. Algunas personas lo hacen sin darse cuenta, mientras que otras lo usan como una forma de controlar la conversación o buscar validación. Estas son algunas de las razones más comunes: Impulsividad: Muchas personas interrumpen porque actúan antes de pensar. Esto es frecuente en quienes tienen Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), donde el control de los impulsos es un desafío. Ansiedad social: El miedo a no ser escuchado o a perder el hilo de la conversación puede llevar a interrumpir apresuradamente. Ego o narcisismo: Algunas personas creen que lo que tienen que decir es más importante que lo que expresan los demás, por lo que monopolizan la conversación. Entusiasmo excesivo: A veces, interrumpir no es intencional sino producto de la emoción o la impaciencia por compartir una idea. Falta de habilidades sociales: No reconocer los turnos al hablar puede ser un problema de educación o de falta de consciencia sobre cómo se desarrolla una conversación equilibrada. Cómo corregir este hábito y mejorar la comunicación © iStock. Si notas que interrumpes con frecuencia o conoces a alguien que lo hace, es posible mejorar esta conducta con algunas estrategias de autocontrol: Practicar la escucha activa: Hacer un esfuerzo consciente por prestar atención sin pensar en qué responder mientras la otra persona habla. Esperar una pausa natural en la conversación: Contar hasta tres antes de hablar puede ayudar a evitar interrupciones impulsivas. Reconocer la causa personal: Si la interrupción viene de la ansiedad o el entusiasmo, ser consciente del motivo ayuda a controlarlo. Pedir disculpas cuando se interrumpe: Admitir el error y ceder la palabra demuestra respeto por los demás. Observar las reacciones de los demás: Si notas incomodidad cuando hablas, puede ser una señal de que interrumpís demasiado. Una conducta que puede corregirse Si bien interrumpir puede ser molesto, en muchos casos no es intencional y se puede mejorar con esfuerzo y consciencia. La clave está en aprender a escuchar, respetar los turnos de palabra y entender que una conversación es un espacio compartido donde todas las voces merecen ser escuchadas.
Fuente:
Autor: Thomas Handley