
Cuando simplificamos decisiones, mejoramos objetivosEn un mundo saturado de información, nuestra mente busca refugio en lo claro y lo conciso. Esa sensación de alivio al entender algo a la primera o al tomar una decisión sin complicaciones no es casualidad: responde a un mecanismo natural que nos permite ahorrar energía y ser más eficaces. Es inevitable: nos complace la claridad. Y lo conseguimos si simplificamos decisiones. Según un reciente estudio de la Universidad de Waterloo, la preferencia de las personas por explicaciones simples en cualquier tipo de situación está relacionada con su deseo de ejecutar tareas de manera eficiente. La simplicidad, tal y como sugiere la investigación, refleja cómo evaluamos las acciones, cómo pensamos para obtener mejores resultados. En pocas palabras: queremos hacer más con menos.“Los seres humanos prefieren explicaciones simples, familiares y confiables, aunque no siempre sean las más precisas o completas”, confirma la psicóloga Daniela Constantin. “Teniendo en cuenta los sesgos de la simplicidad y la familiaridad, se llegan a subestimar o incluso a rechazar soluciones más efectivas”. En nuestro día a día, enfrentamos innumerables elecciones que se alimentan de pensamientos y explicaciones: qué ropa vestir, qué medio de transporte utilizar o qué almuerzo elegir. “Cuanto más complejo es nuestro procesamiento mental, más tardamos en tomar decisiones”, prosigue la directora del Instituto Milton Erickson de Reus. De ahí que, al igual que calentar una comida precocinada es más rápido que preparar una receta elaborada, nuestro cerebro se incline hacia alternativas cognitivas más sencillas y eficientes. “Las explicaciones simples, incluso acompañadas por alguna analogía, suelen gustar mucho a la mente y se integran mejor”.Eficiencia sin atajosEl estudio de la Universidad de Waterloo, basado en siete experimentos con 2.820 participantes, demostró que la preferencia por las explicaciones simples respondía a la búsqueda de causas comunes. Si una causa es rara o poco fiable, las personas tienden a descartarla, aun cuando pueda ser más precisa. En esencia, cuanto más frecuente y confiable resultaba una explicación, más atractiva se percibía como método para alcanzar resultados.¿Cómo podemos equilibrar nuestra inclinación por lo fácil sin caer en soluciones superficiales? Constantin propone establecer metas claras, pero flexibles. “Si un objetivo es muy complicado, nos saturamos y no avanzamos. Pero si es muy simple, caemos en el reduccionismo”. Su consejo es apostar por propósitos alcanzables que permitan llevar a cabo diversas acciones para lograrlos. Por ejemplo, en lugar de fijar “ir al gimnasio cinco veces a la semana”, plantear “voy a moverme cada semana ya sea caminando, haciendo yoga o cualquier actividad que provoque placer”. De este modo, la sencillez se convierte en aliada de la constancia y no en un obstáculo para la eficacia.Esta preferencia hacia la eficiencia también puede aplicarse en el desarrollo de hábitos productivos. “Necesitamos aprender a sostener la incomodidad de no buscar atajos y saber que el progreso requiere esfuerzo”, enfatiza la psicóloga e hipnoterapeuta. La paciencia y la consistencia resultan fundamentales para contrarrestar la búsqueda inmediata de resultados fáciles. “Vivimos en una sociedad donde, constantemente, buscamos la eficiencia sin desperdiciar recursos como tiempo o dinero, pero el peligro de esto es que el camino más fácil no siempre es el adecuado”.
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Autor: Marta Sahelices