
<span>Fiscalía de Jalisco investiga el hallazgo de crematorios y restos humanos en un rancho en Teuchitlán. Foto: Guerreros Buscadores de Jalisco</span>
Desde hace ya muchos años, probablemente desde el auge de Los Zetas, los grupos del crimen organizado establecieron campamentos de entrenamiento. Las autoridades localizaron predios en Tamaulipas y Veracruz.
A ello se suma que muchas veces utilizan esos lugares para sepultar a las personas que asesinan.
En Ciudad Juárez, el cártel de ese mismo nombre tenía una especie de bodega, donde fueron entradas víctimas de la furia de Amado Carrillo, “el señor de los cielos”.
El lugar, para más señas, era también utilizado como casa de seguridad. En una de las estancias había un oso disecado.
Años antes, la PGR junto con el FBI, en el contexto de una batalla continua contra los integrantes de la organización criminal que tenía su centro de operaciones en Chihuahua, localizaron restos humanos y predas de vestir.
Las investigaciones también se referían a 100 personas desaparecidas entre 1994 y 1996. La colaboración, en materia forense, de las autoridades de Estados Unidos, respondió a que estaban buscando a dos personas, quizá informantes del propio FBI y de la DEA.
El entonces presidente Bill Clinton se refirió a los hallazgos como el ejemplo de los excesos a los que estaban llegando los bandidos y de la necesidad de colaborar entre países.
De modo reciente, en Tamaulipas, en un descampado, La Bartolina, los huesos humanos encontrados, por tenaces buscadoras y con un apoyo, si acaso marginal de las autoridades, se pueden contar por kilos y sobrepasan los 500.
Hace unos días, activistas del grupo Guerreros Buscadores de Jalisco, entraron al rancho Izaguirre, en el poblado de La Estanzuela, donde encontraron 200 pares de zapatos y restos humanos.
El lugar se encuentra en el municipio de Teuchitlán, a unos 60 kilómetros de Guadalajara y estaba asegurado por las propias autoridades, ya que ahí se detuvo a 10 personas en septiembre del año pasado.
Lo curioso, o terrible, es que no se había revisado bien el predio y tuvieron que ser madres buscadoras las que hicieran evidente que se requiere de mayor trabajo pericial.
Al lugar ya se le califica como rancho del terror y se sostiene que ahí se calcinaban cadáveres, además de que se proporcionaba adestramiento a incautos reclutados en centrales camioneras por el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
La Fiscalía del estado ha sido cauta, pero acepta que se encontraron cinco lotes con restos óseos además de 400 prendas e indumentarias como ropa y calzado. 95 casquillos de diversos calibres y tres cargadores.
Los peritos de la fiscalía encontraron, además, una nueva modalidad, ya que los restos fueron ocultados bajo una losa de ladrillo y una capa de tierra.
En efecto, estamos ante una maquinaria terrible, de la que, por desgracia, solo tenemos una visión superficial, porque aún se encuentra bajo tierra lo profundo del estropicio criminal.
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Fuente:
Autor: Julián Andrade