
La NASA, símbolo de la exploración espacial y el avance científico, enfrenta una de sus mayores crisis en años. Recortes inesperados, despidos de alto nivel y la posible influencia del sector privado ponen en duda su estabilidad a largo plazo. Mientras la administración de Trump impulsa una agenda que prioriza ciertas áreas y debilita otras, la pregunta es inevitable: ¿podría estar en peligro el futuro de la agencia? Despidos y reestructuración: ¿El principio del fin? © iStock. La NASA ha sorprendido al anunciar el despido de su científica jefe, Katherine Calvin, junto con otros 22 empleados, como parte de una reestructuración que busca reducir costos. Calvin, reconocida por sus contribuciones en informes de la ONU sobre el cambio climático, dirigía la Oficina del Científico Jefe, una de las áreas que ha sido eliminada por completo. Pero no es el único golpe. También desaparecen la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia y la división de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad. Según la portavoz de la agencia, Cheryl Warner, estos cambios responden a una orden ejecutiva que busca optimizar la fuerza laboral, aunque muchos temen que sea un debilitamiento intencional de la agencia.
Los empleados afectados podrán optar por un programa de jubilación anticipada, pero la incertidumbre sobre el futuro de la NASA no deja de crecer.
La sombra de la privatización: ¿Quién controla la NASA? Este recorte se suma a otros intentos recientes de reducir el personal de la agencia. En febrero, la NASA planeaba despedir a unos mil empleados en período de prueba, pero el proceso fue suspendido a pedido de Jared Isaacman, multimillonario vinculado a la industria aeroespacial y candidato de Trump para dirigir la agencia.
Isaacman, con fuertes lazos con SpaceX y Elon Musk, ha despertado sospechas sobre una posible privatización progresiva de la NASA. Musk, asesor del gobierno en temas de reducción de costos, ha mostrado en varias ocasiones su intención de convertir a SpaceX en el principal referente de la exploración espacial.
¿Podría esto significar un futuro en el que la NASA deje de ser una agencia gubernamental y pase a estar bajo el control del sector privado?
El impacto en la investigación climática © iStock. Además de la exploración del espacio, la NASA juega un papel clave en el estudio del cambio climático. Su flota de satélites de monitoreo y sus modelos de predicción climática son esenciales para la comunidad científica internacional. Sin embargo, la administración de Trump, que ha mostrado escepticismo hacia el cambio climático y ha calificado la ciencia climática como una “estafa”, parece estar debilitando estas áreas estratégicamente. No es la primera vez que se toman medidas similares: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), otra entidad clave en la investigación climática, también ha sufrido despidos masivos.
Con menos recursos y menor capacidad operativa, ¿podría la NASA perder su liderazgo en el monitoreo del clima? ¿Hacia dónde va la NASA? A pesar de los recortes en investigación y personal, Trump ha prometido expandir el programa espacial, con misiones tripuladas a Marte como uno de sus objetivos principales.
Esto plantea un dilema: mientras la exploración del espacio recibe apoyo, la ciencia climática y otras áreas esenciales están siendo desmanteladas. La NASA podría estar transformándose en una entidad con un enfoque más reducido, o incluso en un brazo del sector privado bajo la influencia de grandes empresarios como Musk. El futuro de la agencia está más incierto que nunca. ¿Estamos viendo los primeros pasos de su desaparición o simplemente un cambio en su enfoque?
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Autor: Martín Nicolás Parolari