
En un mundo interconectado, Estados Unidos y Alemania, dos de las tres economías más grandes del mundo, desempeñan papeles clave en el orden económico global. Históricamente, ambos países poseen estrategias económicas distintas. Alemania ha estado orientada a la disciplina fiscal y la manufactura, mientras que Estados Unidos ha seguido un modelo basado en el consumo y la innovación tecnológica. Sin embargo, sus economías están interrelacionadas y las decisiones de uno afectan inevitablemente al otro. En este artículo, analizaremos la situación actual de ambos países y las perspectivas económicas de futuro.Cambios radicales en AlemaniaAlemania, la mayor economía de la Eurozona, ha experimentado una etapa de recesión durante los últimos dos años. Esto se ha concretado fundamentalmente en un proceso de desindustrialización. El gobierno federal aprobó ayer un fondo multimillonario de 500.000 millones de euros, tras intensas negociaciones entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes. Su objetivo es revitalizar la economía a través de inversiones en sectores clave: defensa, infraestructuras, protección civil y tecnologías avanzadas.Esta política ha sido posible gracias a la flexibilización del freno de la deuda, un mecanismo constitucional que limita el endeudamiento del gobierno. El mero anuncio de este plan de endeudamiento masivo generó un alza muy elevada del bono alemán a 10 años, en torno al 3%.Sin embargo, más allá del crecimiento inicial, la verdadera preocupación reside en la sostenibilidad de estas inversiones y en su impacto a largo plazo sobre el crecimiento económico y la estabilidad fiscal. Además, se otorga al Partido Verde la posibilidad de incluir el objetivo de neutralidad climática en la Constitución. Esto implica que cualquier proyecto de inversión empresarial podría ser bloqueado según criterios políticos específicos, que no necesariamente responderán al interés general, sino a una agenda ambientalista que podría ralentizar el proceso de toma de decisiones e incluso frenar algunas inversiones, afectando negativamente el crecimiento económico de Alemania.Este mayor gasto público alemán generará con toda seguridad más déficit, mayor endeudamiento público y una mayor inflación. La necesidad de más endeudamiento para financiar el déficit tenderá a mantener elevados los rendimientos de los bonos alemanes y ejercer presión alcista sobre el euro.Además, el sector industrial alemán debe hacer frente a problemas estructurales, como el incremento en los costes energéticos y la competencia de China en manufacturas avanzadas. Si Alemania no encuentra formas de estimular la inversión privada y aumentar su competitividad, el crecimiento podría seguir estancado en los próximos años.Otro problema clave para Alemania es la desaceleración del consumo interno. La inflación persistente, de los últimos años, ha reducido el poder adquisitivo de los ciudadanos, lo que impacta negativamente en sectores como el comercio minorista y la construcción. Para revertir esta tendencia, el gobierno podría considerar políticas de estímulo. Es decir, recortes fiscales selectivos o subsidios a la inversión.Estrategia económica de EEUUEstados Unidos, por su parte, ha tomado un camino radicalmente diferente. Con un creciente déficit fiscal y comercial, la administración de Donal Trump ha optado por una estrategia de austeridad fiscal para controlar el gasto público. En este contexto, el gobierno ha impulsado recortes significativos en agencias federales y programas sociales con el objetivo de reducir la deuda y enfriar la economía.En este sentido un factor clave de esta estrategia estadounidense es la postura de Elon Musk, que lidera la reestructuración gubernamental a través del Department of Government Efficiency (DOGE). Su visión de una administración pública mínima ha llevado al cierre de agencias como USAID y a la eliminación de miles de empleos federales.Este recorte en el gasto público está generando una desaceleración económica, una menor creación de empleo y una reducción de la confianza del consumidor. Sin embargo, la menor inflación que acompaña a este menor crecimiento, es decir, a una economía más débil, llevaría a menores tipos de interés y a una depreciación del dólar, lo que podría mejorar la competitividad de las exportaciones estadounidenses.La caótica combinación de aranceles y recortes presupuestarios de la administración Trump está generando una enorme incertidumbre en una Alemania muy necesitada de exportar a EEUU en sectores clave como industria automotriz, tecnología y productos químicos.Interconexión económicaA pesar de sus diferencias, ambas economías están profundamente interconectadas. De ahí que uno de los principales problemas para Alemania es la posibilidad de que EEUU continúe con políticas proteccionistas, como la aplicación de aranceles a productos europeos. Esto podría dificultar la recuperación alemana y aumentar las tensiones comerciales entre ambas naciones. Por otro lado, el gasto en defensa de Alemania podría beneficiar a EEUU, ya que gran parte de la tecnología militar proviene de empresas estadounidenses. Esto podría equilibrar, en cierta medida, la balanza comercial entre ambas economías.Las proyecciones económicas para ambos países presentan desafíos significativos. En Alemania la decisión de flexibilizar el freno de la deuda pública marca un cambio de paradigma, pero su efectividad va a depender de cómo se gestionen estas inversiones. Por su parte, Estados Unidos deberá equilibrar su estrategia de austeridad con el mantenimiento de su competitividad económica. Un recorte excesivo en el gasto público podría desacelerar más su economía.Precisamente, la OCDE acaba de revisar a la baja sus perspectivas de crecimiento económico para EEUU precisamente por las mayores barreras comerciales y la incertidumbre económica. La tasa de crecimiento anual del PIB se desacelerará al 2,2% este año y al 1,6% en 2026, frente al 2,8% de 2024.Escenarios de cooperaciónEn este contexto, una solución viable podría ser una mayor cooperación entre EEUU y Alemania que sería beneficioso para ambas partes. Una economía alemana con mayor demanda interna compraría más productos a EEUU, lo que reduciría su déficit comercial sin recurrir a los aranceles.También es posible que ambos países busquen reducir su dependencia de China, aumentando la inversión conjunta en industrias estratégicas y fomentando la producción de productos tecnológicos. Aunque la rivalidad con China genera tensiones comerciales, también puede representar una oportunidad para fortalecer la cooperación transatlántica, en áreas como inteligencia artificial, energías renovables y defensa.En conclusión, la relación económica entre Estados Unidos y Alemania está en un punto de inflexión. Las decisiones que ambos países tomen en los próximos años podrán definir el futuro del comercio global y la estabilidad financiera internacional. En un mundo cada vez más interconectado, la colaboración y la estrategia conjunta podrían ser la claves para un crecimiento económico sostenible y equilibrado.Antes de llegar a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump era un empresario de éxito y se consideraba, probablemente, a sí mismo como un buen negociador. Esto le llevó a escribir sus experiencias profesionales en la obra The Art of the Deal (El arte de la negociación). Sin embargo, Trump parece desconocer la primera lección de un curso de negociación: "Si las personas confían en ti, harán buenos negocios contigo" (Zig Ziglar, consultor americano).Rafael Pampillón Olmedo y Rafael Moneo Abreu. Universidad CEU San Pablo e IE Business School
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Autor: Rafael Pampillón Olmedoy Rafael Moneo Abreu