
Kanzi murió a los 44 años. Este emblemático bonobo – o chimpancé pigmeo – reformuló lo que sabíamos sobre la inteligencia de los simios y desafió antiguas creencias sobre lo que separa a los humanos de nuestros parientes vivos más cercanos. Murió en Des Moines, Iowa, el 18 de marzo a los 44 años, según Ape Cognition and Conservation Initiative, un grupo de investigación que se dedica al estudio y preservación de los bonobos. Sus cuidadores todavía están esperando los resultados de la autopsia, pero el día de su muerte parecía estar bien, y correteaba tras otro bonobo por los corrales, buscando alimento y participando de los ritos de higiene habituales. Dicho esto, Kanzi ya estaba mayor y en tratamiento porque su corazón estaba enfermo. La expectativa de vida de los bonobos es de unos 40 años, por lo que su muerte no es inusual ni inesperada. “Kanzi significa mucho para muchas personas. Nuestro equipo está devastado por su muerte”, dijo en declaraciones Ape Initiative. “Kanzi era amigo de todos, y muy querido entre los miembros de la familia de bonobos”.
Kanzi es en verdad una leyenda entre los grandes simios, grupo que incluye a los chimpancés, los bonobos, los gorilas, orangutanes y… humanos (sí, somos monos grandes). Su preferencia por el lenguaje y la fabricación de herramientas junto a su evidente buen ánimo para la vida, lo convirtieron en una de las mentes no humanas más importantes que se hayan estudiado, y tuvo profunda influencia en mi propio sendero intelectual.
Kanzi nació en cautiverio en 1980, y sus primeros años transcurrieron en la Estación Yerkes de Georgia, que forma parte de lo que hoy se conoce como Centro Nacional de Investigación de Primates Emory. Cuando tenía cinco años, lo reubicaron junto a su hermana Panbanisha al Centro de Investigación del Lenguaje de la Universidad Estatal de Georgia. Desde allí, ambos fueron al Great Ape Trust de Des Moines, Iowa, institución que luego terminaría enterrada en una controversia porque el centro cerró después de la muerte de Panbanisha en 2012, y hubo acusaciones de supuesto maltrato animal y desorden interno. El lugar obtuvo una segunda vida en 2013 cuando Ape Initiative se hizo cargo de su operación.
Koko el gorila y Washoe el chimpancé se comunicaban por lenguaje de señas, pero Kanzi llevó la comunicación a un nuevo nivel demostrando profunda capacidad para comunicarse por medio de símbolos y comprender el inglés hablado.
Una de sus principales cuidadoras, la primatóloga Sue Savage-Rumbaugh, lo guió a lo largo de su desarrollo usando un teclado etiquetado con símbolos geométricos llamados lexigramas. Cuando trabajaba en el Great Ape Trust, Savage-Rumbaugh afirmaba que Kanzi eventualmente aprendió el significado de unas 3.000 palabras habladas.
Simios tecnológicos En la década de 1990 los arqueólogos Nicholas Toth y Kathy Schick de la Universidad de Indiana, trabajaron estrechamente con Kanzi y le enseñaron a hacer y usar herramientas de piedra utilizando técnicas copiadas de los primeros humanos. Con el tiempo Kanzi no solo copia sus métodos sino que empezó a desarrollar su propia forma de escamar piedras, lo que ofreció una rara oportunidad de estudiar las habilidades cognitivas y motoras requeridas para fabricar herramientas en la prehistoria. Estando en el Great Ape Trust, Kanzi y sus compañeros simios disfrutaban de instalaciones equipadas con bebederos, puertas hidráulicas que podían operar ellos mismos (los humanos tenían que pulsar un timbre para entrar y los simios eran los encargados de abrir la puerta), una cocina con una máquina expendedora y un horno a microondas, e incluso una sala de grabación con una TV y VCR. Kanzi disfrutaba mucho la película de Clint Eastwood Every Which Way But Loose (donde aparecía el orangután Manis), además de Quest for Fire y Greystoke: The legend of Tarzan, y Babe.
Kanzi era famoso por ser un gamer. Me enteré de lo que hacía Kanzi en 2006 cuando encontré un video no oficial de NHK en YouTube que mostraba a un bonobo jugando al Pac-Man con destreza y alegría. Le escribí a Savage-Rumbaugh sobre el video y ella me dijo: “Esta película es tan conmovedora, y hay tanto como eso (más de 300 horas) en tantas circunstancias naturales diferentes que pensar que esos clips representan algo que no sean sus competencias reales se vuelve irracional”. En mi caso la experiencia me cambió la vida porque me puso en camino de trabajar más en el activismo por los derechos animales y promover la idea de la condición de persona animal no humana.
Tiempo después Kanzi también mostraría gran interés en Minecraft, como lo registró el YouTuber Christopher Slayton en 2023. Hablando con el Des Moines Register, Amanda Epping, coordinadora de investigación en Ape Initiative, dijo que a Kanzi le encantaba el videojuego y que le gustaba que hubiera una multitud vitoreándolo y alentándolo. “Le divierte, y estimula su mente” dijo Epping. Añadió que “la capacidad de Kanzi para aprender cosas nuevas a pocos minutos de que se las mostremos era realmente increíble, y podía entender lo que había que hacer en Minecraft con tan solo unos pocos intentos”. Kanzi fue más que una curiosidad científica, y de eso dan testimonio los comentarios de Ape Initiative. Era prueba viviente de los límites artificiales que trazamos entre la inteligencia humana y la no humana, cada vez más borrosos y frágiles de lo que pensamos. Al pensar en Kanzi y su extraordinaria vida se hace evidente que la brecha entre los humanos y nuestros compañeros simios no es tan grande como querríamos fingirla.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Lucas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.
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Autor: Lucas Handley