
Hay algunas filosofías predominantes sobre el desorden del guardarropa, desde el Método KonMari de Marie Kondo –¿Me provoca alegría?– a la regla 90/90 –¿Me lo he puesto en los últimos 90 días? ¿Me lo pondré en los próximos 90?–, pasando por el “Arte Sueco de la Limpieza a Muerte”, que suena muy metalero –¿Añade riqueza a mi vida?–. Cada uno de estos métodos ofrece una perspectiva ligeramente distinta, aunque en esencia afirman lo mismo: está bien desprenderse de las cosas que no amas o que no necesitas de forma inminente.“Creo que todos nos aferramos a las cosas para ese hipotético ‘algún día’ en el que pierda cinco kilos, o cuando me inviten a una fiesta que requiera X, Y o Z vestimenta”, comenta Tyler Moore, alias The Tidy Dad (El Papá Ordenado). “Todos tenemos definiciones distintas de lo que es ese hipotético algún día, pero quizá haga que nos aferremos a las pertenencias durante mucho más tiempo del que quizá las necesitemos”.Moore, un profesor de quinto grado de Nueva York, consigue meter toda su ropa en un armario de solo unos 35 centímetros de ancho ciñéndose a una estricta paleta de colores, eligiendo calidad en lugar de cantidad y siendo extremadamente disciplinado con lo que compra. “Se remonta a eso de que te pones el 20% de la ropa el 80% del tiempo”, dice. “Ahora, con mi guardarropa, de verdad me pongo la mayoría de mis prendas todo el tiempo”.¿Cómo donar la ropa que ya no usas?La mayoría de los expertos en desorden te aconsejarán que empieces por sacar todo de tu clóset y dividirlo en montones para “conservar”, “donar” y “tirar”. Sin embargo, antes de arrastrar una bolsa de basura llena de tus desechos al contenedor de donaciones más cercano, debes tener en cuenta algunas cuestiones. “La regla número uno es no donar nunca nada que no quisieras ponerte tú mismo”, explica Franklin-Wallis. “Si donas algo, hay muchas posibilidades de que acabe en el extranjero, en algún lugar del Sur Global, y si es basura, no debería tirarse en uno de esos otros países, que a menudo tienen sistemas de gestión de residuos mucho peores que los nuestros”.La segunda regla es considerar si es probable que el grupo que va a recibir tu ropa la envíe al extranjero –donde podría acabar en un vertedero– o la recircule localmente. Si prefieres esto último, investiga un poco para encontrar organizaciones sin ánimo de lucro en tu zona que hagan uso de tus prendas. En caso de duda, las organizaciones benéficas de renombre como Goodwill, Out of the Closet y el Ejército de Salvación suelen ser una buena apuesta. “Mientras lo que dones sea de alta calidad y vaya a una ONG con prácticas éticas, hay muchas posibilidades de que termine en algún sitio donde la gente lo quiera”, destaca Franklin-Wallis. Como la mayoría de las organizaciones benéficas tienen un espacio de almacenamiento limitado, también es una buena práctica donar artículos de temporada y adecuados para el clima.
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Autor: Jeremy Freed