
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta casi indispensable, capaz de acompañarnos desde tareas simples hasta procesos complejos. Pero, ¿alguna vez te ha respondido con un mensaje de error o te ha bloqueado una consulta? No todo se le puede preguntar a la IA. Descubre aquí por qué y cuáles son esos temas prohibidos. No te enamores: la IA no es tu confidente Aunque sus respuestas parezcan humanas y empáticas, nunca olvides que la inteligencia artificial no tiene emociones, ni lealtades. Es simplemente un modelo entrenado para responderte con naturalidad. Compartirle datos personales puede ponerte en una posición vulnerable. © metamorworks Tu nombre completo, dirección, número de identificación, contraseñas o cualquier información privada no deberían formar parte de tus conversaciones con la IA. No solo porque podría almacenarse dependiendo de la plataforma, sino porque incluso sin querer, podrías estar dejando una huella difícil de borrar. Además, en manos equivocadas, esta información puede usarse en ataques de ingeniería social o suplantaciones de identidad.
Y aunque te parezca un “chat” inofensivo, los datos que compartes podrían ser utilizados para entrenar futuros modelos o quedar almacenados sin tu conocimiento. Así que, por muy amigable que suene la conversación, siempre recuerda que no estás hablando con un humano.
No juegues al médico (ni al abogado) La IA es increíble para darte información técnica, conceptos complejos o explicaciones claras sobre enfermedades, leyes o procedimientos. Pero eso no la convierte en una experta en diagnósticos médicos ni en litigios legales.
Buscar consejos sobre síntomas físicos, diagnósticos de salud o tratamientos es riesgoso, por muy convincente que suene la respuesta. Solo un profesional con experiencia puede ofrecerte la orientación adecuada. Lo mismo sucede con temas legales. Las leyes cambian según el país, la región e incluso el contexto, y una respuesta genérica podría complicarte más de lo que imaginas.
Consultar sí. Tomar decisiones basadas exclusivamente en la respuesta de una IA, no. A veces la IA puede cometer errores, o simplemente no estar actualizada, lo que añade otro nivel de riesgo.
No le pidas lo que no debes: el lado oscuro de la IA © Stenko Vlad Una cosa es que la inteligencia artificial sea poderosa, y otra muy distinta es que pueda (o deba) hacer todo lo que le pidas. Si tu intención es buscar contenido ilegal como enlaces piratas, métodos de hackeo, creación de armas o cómo acceder a servicios no autorizados… detente. Las IA están entrenadas para rechazar cualquier petición que pueda ser considerada peligrosa, ilegal o inapropiada. Ya sea contenido para adultos que infringe normas comunitarias, la fabricación de malware, o instrucciones para hacer daño a otros o a ti mismo, las plataformas lo tienen muy claro: no lo van a permitir.
Además, realizar estas peticiones puede activar alertas internas y hasta reportes automáticos. Podrías ponerte en el radar por un simple experimento o curiosidad mal entendida. ¿Vale la pena? Imágenes imposibles: el misterio del reloj Aunque parezca una broma, hay ciertas cosas que la inteligencia artificial visual simplemente no logra hacer. Un ejemplo curioso (y frustrante para muchos) es pedirle que genere una imagen de un reloj de manecillas marcando las 12:03 o las 6:28.
© Imagen creada con IA No importa qué tan detallado sea tu prompt: la gran mayoría de veces, la IA mostrará relojes marcando 10:10. Esto se debe a que los modelos tienden a reproducir imágenes que han visto muchas veces durante su entrenamiento, y los relojes en esa hora son las más comunes en material de referencia. Este tipo de fallos demuestra que la IA todavía está lejos de ser perfecta, y que incluso las peticiones más simples pueden revelar limitaciones sorprendentes.
El futuro es incierto… incluso para la IA Una de las tentaciones más comunes es pedirle a la inteligencia artificial que prediga el futuro. Desde los números ganadores de la lotería hasta el resultado del próximo partido de fútbol o los ganadores del Oscar. Pero, aunque pueda darte probabilidades o analizar estadísticas, la IA no es una pitonisa. No tiene la capacidad de ver lo que aún no ha sucedido. Así que si buscas certezas sobre eventos futuros, mejor no pongas tus esperanzas en sus respuestas. Las plataformas son claras al respecto: cualquier tipo de predicción específica es pura especulación. No existe un modelo que pueda prever el futuro con exactitud, por más avanzado que sea.
Cuidado con los temas delicados ¿Hablar de política? ¿Debatir sobre religión? ¿Preguntar sobre conflictos sociales o ideologías personales? Aunque la IA puede darte un contexto general o información histórica, su programación busca ser neutral… a veces demasiado. © New Africa Esto significa que sus respuestas podrían sonar ambiguas, impersonales o incluso ofensivas, sin intención. Las conversaciones sobre temas sensibles pueden fácilmente desencadenar malentendidos, especialmente si esperas una opinión clara o emocional. Además, las respuestas pueden variar según la región o la plataforma. Lo que en un país es un tema debatible, en otro puede ser tabú. Por eso, lo mejor es usar la IA para informarse, pero no para buscar aprobación o apoyo en debates personales.
No plagies sin querer Muchos usan la IA para inspirarse en la escritura de libros, canciones, guiones o artículos. Y aunque puede ser una gran herramienta creativa, es importante entender sus límites. Si le pides que copie el estilo de una obra con derechos de autor, es probable que te advierta. Pero también puede ocurrir que, sin querer, la IA reproduzca fragmentos que se parecen demasiado a textos protegidos. El problema aquí no es solo ético, sino legal. Usar contenido generado por IA sin verificarlo puede traerte consecuencias serias, especialmente si piensas publicarlo o monetizarlo. Por eso, siempre revisa, corrige y adapta cualquier texto que obtengas. ¿Entonces qué sí se puede preguntar? La IA es excelente para aprender, investigar, explorar ideas, resolver dudas técnicas o ayudarte a expresarte mejor. Lo importante es saber cómo usarla con responsabilidad. Si evitas estos errores comunes, tendrás una experiencia mucho más fluida, útil y, sobre todo, segura.
Ahora que ya sabes lo que no deberías preguntarle jamás… ¿te animas a seguir conversando con la IA? Solo recuerda: no todo lo que se puede preguntar, debe preguntarse.
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Autor: Lucas Handley