
Sabiendo esto, el hecho de que basten cinco días de comida chatarra para que el cerebro pueda desarrollar patrones similares a los de una persona con síndrome metabólico nos recuerda la importancia de mantener una alimentación saludable en el día a día. Después de todo, los sistemas de recompensa del cerebro, que se ven alterados por este tipo de alimentos, son fundamentales al momento de crear hábitos, antojos e intereses en las elecciones alimentarias.El estudio claveLos alimentos ultraprocesados ofrecen una solución rápida y sencilla para comer, pero perjudicial a largo plazo.
beats3/Getty ImagesEsta información se obtuvo a partir de un estudio en el que participaron 29 voluntarios, todos hombres y de peso normal, que fueron divididos en dos grupos. El primer grupo tuvo la indicación de seguir con su dieta normal, mientras que el segundo añadió durante cinco días el consumo de 1,500 kcal adicionales en forma de productos ultraprocesados y altamente calóricos.Después de esos cinco días de aumento de calorías y productos ultraprocesados, los investigadores analizaron mediante un examen que incluyó una resonancia magnética del cerebro a ambos grupos participantes. En este estudio, el segundo grupo mostró un incremento notable del contenido graso del hígado y también una alteración en el área del cerebro que controla la sensibilidad a la insulina, lo cual resultó muy llamativo para los investigadores.Como seguimiento, se pidió a ambos grupos que regresaran a su dieta normal, pero a los siete días se les sometió a otra prueba del mismo estilo y en ella, se registró que los miembros del segundo grupo seguían mostrando en el cerebro una sensibilidad a la insulina significativamente menor, un efecto que, según los autores del estudio, hasta ahora solo se había observado en personas con obesidad mórbida.“Nuestros resultados muestran por primera vez que incluso el consumo a corto plazo de alimentos altamente procesados y poco saludables provoca graves cambios en el cerebro de personas sanas y que esto puede considerarse el punto de partida de la obesidad y la diabetes tipo 2. Suponemos que la respuesta de insulina del cerebro se adapta a los cambios a corto plazo en la dieta antes de que se produzca cualquier aumento de peso, lo que promueve el desarrollo de la obesidad y otras enfermedades posteriores”, concluyó Stephanie Kullmann, autora principal del estudio.
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Autor: María González