
<span class="image__caption">Ciudadela de Jaca y Castillo de Coca. Fuente: Wikipedia</span>
Publicado por
Carmen Sabalete
Directora de Muy Interesante y Muy Historia. Doctora en Historia del Arte.
Creado:
31.03.2025 | 19:58
Actualizado:
31.03.2025 | 19:58
Te invitamos en exclusiva a la presentación de la revista edición coleccionista de Muy Historia Castillos Renacentistas es mucho más que una guía de monumentos. Es una invitación a comprender la España del Renacimiento desde sus propios muros. La cita tendrá lugar el miércoles 2 de abril a las 19:00 h, en la sede de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, Madrid. En este artículo te contamos todo lo que tienes que saber sobre esta revista excepcional.
A través de sus páginas, podrás descubrir una red de fortalezas que narran una historia de guerra y de arte, de identidad y de transformación. Desde las costas azotadas por los piratas hasta los pasos nevados del Pirineo, los castillos nos hablan de un país que supo adaptarse a los desafíos de su tiempo y dejar, en piedra, una huella indeleble de su grandeza.
De fortalezas medievales a símbolos del poder moderno
Los castillos renacentistas españoles son el testimonio de una transición crucial en la historia de la arquitectura militar y el arte de la guerra. A lo largo del siglo XVI, el viejo paradigma de las fortalezas feudales, diseñadas para el combate cuerpo a cuerpo y el asedio medieval, se transformó radicalmente. Las nuevas técnicas de poliorcética, influenciadas por la irrupción de la artillería de pólvora y los cambios en las tácticas bélicas, exigieron soluciones arquitectónicas inéditas, dando lugar a una nueva generación de castillos: más bajos, más anchos, mejor pertrechados para resistir y responder al fuego enemigo, y, sin embargo, profundamente marcados por una estética palaciega, símbolo del poder renaciente de las casas nobiliarias y de la monarquía centralizadora.
Esta evolución no fue meramente técnica: también fue simbólica. Los castillos pasaron de ser bastiones de defensa a instrumentos de representación. En lugares como Coca o La Calahorra, la solidez se mezcla con la belleza; el foso se complementa con un patio señorial; la tronera convive con la arcada renacentista. Ya no se trata solo de proteger, sino de exhibir prestigio, arte, linaje y modernidad.
La revista ofrece una panorámica magistral de este proceso, con la colaboración de destacados miembros de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Nos propone una travesía por las fortalezas más representativas de la época: desde la ciudadela de Jaca hasta el castillo de Vélez-Blanco; desde las torres defensivas del litoral valenciano hasta las fortificaciones insulares de Ibiza o Canarias. En todas ellas se percibe una tensión entre el arte de la guerra y el arte de habitar, entre la función y la forma, entre la amenaza exterior y el anhelo de armonía.
Fortificación e identidad territorial: un mapa del poder
Más allá de su interés arquitectónico, los castillos renacentistas constituyen una clave para comprender la geopolítica de la España moderna. La revista los presenta como nodos de un vasto entramado defensivo que articula el territorio peninsular e insular. En este sentido, no hay castillo sin contexto. Cada fortaleza responde a un paisaje, a una amenaza y a un propósito estratégico.
En el norte, lugares como Hondarribia o la ciudadela de Jaca controlaban los pasos pirenaicos y las tensas relaciones con Francia. En la costa mediterránea, las torres de vigilancia como las de Valencia, Alicante o las Baleares protegían las poblaciones de los continuos ataques de la piratería berberisca, con sus incursiones devastadoras. En las islas Canarias, enclaves como el castillo de San Miguel, en Garachico, velaban por la defensa atlántica ante corsarios y enemigos europeos. Ceuta, por su parte, se erige como bastión adelantado en el Estrecho, encrucijada de tres continentes.
El caso de Ibiza resulta especialmente fascinante. Las murallas renacentistas de Dalt Vila responden a la necesidad de crear un escudo defensivo frente al Imperio otomano. Al igual que Malta, Ibiza fue un bastión cristiano frente al Islam, y su trazado fortificado habla no solo de estrategia sino también de propaganda: en su monumental puerta principal, el escudo de Felipe II se presenta rodeado por el toisón de oro, emblema de un imperio que se concebía a sí mismo como heredero de Roma.
Esta geografía fortificada dibuja una España que ya no es un mosaico de reinos enfrentados, sino una potencia global en tensión permanente con otras fuerzas imperiales. Los castillos, en ese sentido, son también los jalones de una identidad nacional que se está fraguando con pólvora, arquitectura y poder simbólico.
Castillo de Coca. Fuente: Wikipedia
Belleza armada: el esplendor renacentista en piedra
Una de las grandes aportaciones de esta revista es mostrar que los castillos renacentistas españoles no solo fueron estructuras defensivas, sino auténticas obras de arte. A través de ejemplos como el castillo de Coca o el de Vélez-Blanco, se nos revela una fusión entre ingeniería militar y estética mudéjar, gótica o italiana. En Coca, por ejemplo, el ladrillo —material humilde hasta entonces— se ennoblece mediante la tradición artesanal mudéjar, convirtiendo a la fortaleza en una sinfonía de formas, volúmenes y texturas. Las torres prismáticas, las troneras de cruz y orbe, los caminos de ronda y las galerías de tiro conviven con patios amplios, estancias nobles y recursos simbólicos que remiten al poder señorial.
Lo mismo ocurre en La Calahorra, primer castillo renacentista en suelo español, cuyo interior parece más un palacio italiano que una fortaleza andaluza. O en el castillo de Vélez-Blanco, que llegó a albergar un patio renacentista cuya elegancia le valió ser trasladado en el siglo XX al Museo Metropolitano de Nueva York.
Esta dimensión estética se entrelaza con la utilidad defensiva. Cada detalle, cada adorno, cada proporción tiene su sentido. Los castillos se construyen para resistir, pero también para perdurar como símbolos. De hecho, muchos de ellos han sobrevivido a su función original y se han transformado en escuelas, museos, paradores, centros culturales o simplemente en hitos del paisaje patrimonial. La Ciudadela de Jaca, por ejemplo, acoge hoy actividades didácticas, recreaciones históricas y propuestas para el turismo cultural y familiar. Es una fortaleza viva, convertida en emblema de una ciudad que ha sabido reconciliar su pasado militar con su presente abierto y plural.
Lo mismo puede decirse de otras muchas fortalezas: las murallas de Hondarribia, la torre de Ses Portes en Ibiza, el castillo de Cuéllar en Segovia… Todas ellas ofrecen una lección de historia, pero también de arte, de sensibilidad y de continuidad.
Ciudadela de Jaca. Fuente: Wikipedia
Índice
El castillo de Coca Evolución del concepto de fortificación
El conjunto fortificado de Hondarribia
Ibiza La Valeta Balear
El castillo de San Pedro La ciudadela de Jaca
Las torres defensivas de Valencia
Las fortalezas de Canarias Una lucha constante contra la piratería
La Calahorra El castillo-palacio con el que se introdujo el Renacimiento
El castillo de Vélez-Blanco Un gigante de piedra en un pueblo morisco
El castillo de Belmonte de Campos en Palencia
La sorprendente historia del fuerte de la Sierra de Bernia
El castillo de San Antón La fortaleza-museo de A Coruña
Ceuta Fortaleza del Estrecho
San Leonardo El palacio abaluartado del capitán de infantería de todo un imperio
Sabiote Una estrella entre campos de lunares
Chinchón el castillo de los Condes
Jarandilla de la Vera Un castillo para el breve reposo del dueño del mundo
El castillo de Cuéllar Fuerza historia leyenda
El clasicismo superado del castillo de Magalia Las Navas del Marqués
Fuente:
Autor: efernandez