
La ferocidad del entorno y la brutalidad de la zona se ceban con la disidencia sexual, pero también con las personas con capacidades diferentes. La hermana del protagonista, Mariuca, es una mujer que casi entra en la categoría de ser mitológico por una serie de impedimentos. “Se genera un estigma alrededor de la discapacidad por la forma en la que te la están contando. Si te dicen que eres subnormal, en Cantabria sabes que es de manera despectiva. Se usa mucho en el día a día", comenta Luis Mario. “Los colectivos que son minorías se utilizan en el lenguaje de modo despectivo. Afortunadamente estamos cambiando y reapropiándonos de los términos”.¿Es posible salir de estos señalamientos? “Tardé muchos años en ir con aros y no quitármelo antes de ir para allá. Me sentía avergonzado conmigo mismo por hacerlo, pero me lo permitía porque sabía que iba a estar más cómodo. A día de hoy, con 33 años, en Barcelona me puedo poner una falda y allí no lo sé”, explica el escritor.Calabobos, que va por su segunda edición, se enmarca dentro de la corriente literaria en la que autores jóvenes utilizan sobre el papel idiomas propios de diferentes regiones de España. “Andrea Abreu abrió camino con Panza de burro”, explica Luis Mario. “Ha habido mucha gente que me ha dicho que al principio les costó entrar en el libro, pero siento que era indispensable que reflejara la oralidad”, comparte. “El utilizar un lenguaje coloquial para narrar es un ejercicio muy interesante de democratización de la literatura . Las primas, de Aurora Venturini, se salta reglas ortográficas. Había una filóloga que hablaba en su obra de cómo las reglas ortográficas eran un mecanismo clasista porque coartan el acceso a la literatura a algunos colectivos”.A pesar del terror que emana de lo rural escogido para localizar esta novela, el autor, que vive desde hace dos años en un pueblo catalán junto a su compañera, la también escritora Júlia Peró, celebra en su día a día la vida de pueblo. “Me ha fascinado lo que he aprendido en este tiempo. El hecho de quedar con una vecina para hacer jabón lo comparaba con el ocio de una ciudad, que sería ir a una terraza a tomar una cerveza, me hizo darme cuenta de que en los pueblos pasan muchas cosas”, reconoce. “Me he reconciliado porque con el paso de los años he apreciado las ventajas, creo que son muchas. La novela es el cúlmen de esta reconciliación”. Tal ha sido la integración que Luis Mario ha impulsado varias iniciativas pensadas para las vecinas y pertenece al club de lectura local. “Cuando me apunté fui con muchos prejuicios porque la media de edad son 70 años, pero no es todo actual porque lo nuevo tarda un poco más en llegar a la red de bibliotecas. Sobre todo coinciden autoras contemporáneas abiertamente activistas. De repente, se generan unos debates interesantes porque son mujeres con ideales feministas y conocimientos que me hicieron sentir muy prejuicioso”, concluye.
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Autor: Alberto Sisí Sánchez