
Las ambiciones de Elon Musk parecen no tener límites. Durante un evento político, el magnate no solo reafirmó su patriotismo, sino que dejó entrever su deseo de llevar la soberanía estadounidense más allá de los confines terrestres. Mientras tanto, informes revelan maniobras presupuestarias orientadas a acelerar misiones espaciales. Todo indica que su obsesión con Marte va mucho más allá de una simple fantasía futurista. Lo que dijo Elon Musk y por qué encendió alarmas internacionales © Eduardo Munoz Alvarez/VIEWpress/Getty Images – Gizmodo. Durante un mitin en Wisconsin, Elon Musk lanzó una frase que no pasó desapercibida: “Moriré en Estados Unidos. No voy a ninguna parte. Podría ir a Marte, pero será parte de Estados Unidos”. Si bien estas palabras pueden parecer una simple expresión de nacionalismo, en realidad contradicen principios fundamentales del derecho espacial internacional. El Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967, firmado por múltiples países —incluyendo Estados Unidos—, prohíbe expresamente que cualquier nación reclame soberanía sobre cuerpos celestes. Según su artículo II, “el espacio ultraterrestre no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Así, las intenciones de Musk desafían abiertamente este acuerdo sin necesariamente violarlo en términos estrictos.
Sin embargo, su comentario no fue una ocurrencia aislada. En el contexto político de ese momento, Musk también mostró su interés por influir en la estructura judicial estadounidense, aludiendo a la importancia de la Corte Suprema de Wisconsin, lo que suma otra capa de estrategia detrás de sus declaraciones.
El vínculo con la NASA y su plan para colonizar Marte © iStock. En paralelo a sus provocadoras declaraciones, medios como The Wall Street Journal informaron que Musk está examinando los presupuestos actuales de la NASA. Su objetivo sería redirigir recursos federales para priorizar misiones tripuladas a Marte. En este marco, el plan maestro del fundador de SpaceX contempla una civilización autosuficiente en el planeta rojo antes de 2050.
El primer paso se proyecta para 2026, con un lanzamiento orbital del cohete Starship, diseñado para transportar hasta 100 personas por viaje. Esta nave busca reducir drásticamente los costos de cada misión. Dos años más tarde, en 2028, se prevé una misión no tripulada que recolectará datos esenciales para preparar la llegada de humanos en 2030.
Pero Musk no planea quedarse allí. Su visión incluye la construcción de bases permanentes en Marte entre 2035 y 2050. Estas infraestructuras deberán garantizar autosuficiencia en la producción de alimentos, combustibles y materiales, además de soportar temperaturas extremadamente bajas y condiciones atmosféricas hostiles.
Así, detrás de cada declaración aparentemente exagerada se oculta una estrategia ambiciosa, que desafía no solo los límites tecnológicos, sino también los marcos legales internacionales establecidos para la exploración espacial. ¿Será Marte el nuevo “territorio en disputa” del siglo XXI?
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Autor: Martín Nicolás Parolari