
<span class="image__caption">Revive las siete maravillas del mundo antiguo como nunca antes: la inteligencia artificial de ChatGPT-4o las recrea en siete imágenes asombrosas, fusionando historia, arqueología y un toque de imaginación. Ilustración artística. Foto: ChatGPT-4o / Eugenio M. Fernández / Christian Pérez</span>
Publicado por
Christian Pérez
Redactor especializado en divulgación científica e histórica
Creado:
6.04.2025 | 22:49
Actualizado:
6.04.2025 | 22:50
Las siete maravillas del mundo antiguo ya no existen, o al menos no como las imaginaron quienes las contemplaron por primera vez. Lo que ha llegado hasta nosotros son fragmentos: columnas caídas, descripciones contradictorias y relatos escritos siglos después. Y sin embargo, su poder evocador sigue intacto. Nos fascinan precisamente porque son imposibles de ver… hasta ahora.
Gracias a la inteligencia artificial, hemos planteado un reto: pedir a ChatGPT-4o que las reconstruya. No desde la fantasía, sino combinando datos arqueológicos, fuentes históricas y referencias artísticas. El resultado no es una ilustración cualquiera, sino una interpretación razonada, basada en evidencias y enriquecida por miles de documentos procesados al instante. ¿Cómo se veía realmente el Coloso de Rodas? ¿De qué color brillaba la Gran Pirámide cuando aún estaba revestida? ¿Qué altura alcanzaba el faro de Alejandría?
A continuación, te mostramos cada una de estas maravillas tal como podrían haber sido, acompañadas de una explicación que detalla los elementos representados y su justificación histórica. Una invitación a imaginar el pasado con ojos nuevos, y a descubrir cómo la tecnología puede ofrecernos una segunda mirada a lo que creíamos perdido para siempre.
La Gran Pirámide de Giza
Recreación de la Gran Pirámide de Giza. Fuente: ChatGPT / E. F.
La imagen recrea la Gran Pirámide de Giza tal como habría lucido poco después de su construcción, hace más de 4.500 años. En su forma original, esta maravilla del mundo antiguo no tenía el aspecto erosionado y rugoso que hoy vemos. Estaba completamente revestida de piedra caliza blanca pulida, que reflejaba la luz solar de forma deslumbrante. Algunos textos antiguos la describen como un faro de luz que podía verse desde kilómetros de distancia. La reconstrucción incluye este revestimiento perdido, devolviéndole su geometría impecable y su acabado casi brillante.
En la cúspide se encontraba un remate llamado piramidión, cuya función era simbólica y estética. Aunque no hay pruebas concluyentes de que estuviera hecho de oro macizo, hay consenso en que probablemente era de granito o basalto cubierto con una aleación dorada, quizás electrum. Su finalidad era atrapar los primeros rayos del sol naciente, en conexión con el dios Ra, y reforzar el simbolismo solar de la pirámide.
Esta reconstrucción se basa en restos arqueológicos, descripciones antiguas como las de Heródoto y estudios modernos sobre la disposición original de los bloques. También se han empleado escaneos láser y simulaciones digitales, que permiten calcular con gran precisión cómo habría sido su aspecto original. Solo queda una de las siete maravillas del mundo antiguo, y es esta; verla así nos devuelve un poco del asombro que debieron sentir quienes la vieron recién construida.
Redibujan la historia del Antiguo Egipto: la tumba del faraón sin nombre en Abidos podría revelar una dinastía perdida que rivalizó con el Valle de los Reyes
Los Jardines Colgantes de Babilonia
Recreación de los Jardines Colgantes de Babilonia. Fuente: ChatGPT / E. F.
La reconstrucción muestra uno de los paisajes más legendarios de la Antigüedad: los Jardines Colgantes de Babilonia. Aunque no han sobrevivido restos arqueológicos concluyentes y algunos historiadores modernos dudan incluso de su existencia, las descripciones de autores como Estrabón y Filón de Bizancio coinciden en varios detalles clave. Según estos relatos, se trataba de una estructura escalonada, casi piramidal, compuesta por terrazas superpuestas cubiertas de una exuberante vegetación tropical. Palmeras, enredaderas, flores exóticas y árboles frutales crecían en lo alto, sostenidos por un complejo sistema de irrigación.
Los ingenieros mesopotámicos pudieron haber empleado un mecanismo basado en norias o tornillos de Arquímedespara elevar el agua desde el Éufrates hasta las terrazas superiores. Este sistema hidráulico, junto con el uso de ladrillos impermeables y bóvedas de ladrillo cocido, habría sido clave para sostener un jardín de tales dimensiones en pleno desierto. La imagen busca plasmar esa proeza técnica y estética, imaginando las cascadas artificiales, las sombras de la vegetación sobre los arcos de piedra y el frescor imposible que el oasis suspendido ofrecía a los habitantes de Babilonia.
Algunos expertos sostienen que los jardines no estaban en Babilonia, sino en Nínive, bajo el reinado de Senaquerib, cuya capital contaba con sistemas de riego avanzados y estructuras en terrazas documentadas. Sin embargo, la versión más popular sigue vinculando esta maravilla con la reina Amytis, esposa de Nabucodonosor II, a quien el monarca habría querido regalarle un pedazo de su tierra natal montañosa, trasladando literalmente el verdor a la llanura de Mesopotamia.
El Templo de Artemisa
Recreación del templo de Artemisa. Fuente: ChatGPT / E. F.
El templo de Artemisa fue una de las construcciones más impresionantes del mundo antiguo. Ubicado en Éfeso, en la actual Turquía, este santuario estaba dedicado a la diosa griega de la caza y la fertilidad. La reconstrucción lo presenta en todo su esplendor, con más de 120 columnas jónicas de mármol, cada una de unos 18 metros de altura, dispuestas en doble hilera y coronadas por un entablamento decorado con relieves mitológicos. Según Plinio el Viejo, el templo era cuatro veces más grande que el Partenón, y su riqueza ornamental lo convertía en una verdadera joya arquitectónica.
Este templo fue destruido y reconstruido varias veces. La versión más conocida, la que lo elevó al estatus de maravilla, fue completada hacia el año 550 a.C. por encargo del rey Creso de Lidia. Combinaba funciones religiosas y comerciales: no solo era lugar de culto, sino también refugio para perseguidos, centro económico y símbolo de la identidad local. El interior albergaba una estatua colosal de Artemisa, posiblemente decorada con metales preciosos y piedras, muy distinta a la imagen habitual de la diosa, pues aquí era representada con múltiples pechos, símbolo de fertilidad.
Una noche del año 356 a.C., un hombre llamado Heróstrato incendió el templo intencionadamente para hacerse famoso. Paradójicamente, lo consiguió: su nombre ha llegado hasta nosotros. Alejandro Magno, nacido esa misma noche, ofreció costear la reconstrucción, aunque los efesios se negaron. La imagen recrea la última gran versión del templo antes de su destrucción definitiva, resaltando su dimensión sagrada y monumental. Verlo así nos devuelve el asombro que provocaba en los viajeros del mundo clásico.
La Estatua de Zeus en Olimpia
Recreación de la estatua de Zeus de Olimpia. Fuente: ChatGPT / E. F.
La estatua de Zeus, una de las más célebres esculturas de la Antigüedad, se alzaba imponente en el interior del templo dedicado al dios en Olimpia. Realizada hacia el año 435 a.C. por el escultor Fidias, la figura alcanzaba una altura aproximada de 12 metros y estaba hecha con una técnica mixta de oro y marfil conocida como crisoelefantina. Zeus aparecía sentado en un trono ricamente decorado, con un cetro en una mano —rematado por un águila— y una figura de la diosa Niké en la otra, símbolo de la victoria. Su sola presencia llenaba por completo el espacio interior del templo, hasta el punto de que, según se decía, si Zeus se levantaba, rompería el techo.
La imagen recrea con realismo esta escultura desaparecida, inspirándose en monedas, descripciones antiguas —como la de Pausanias— y reconstrucciones arqueológicas del templo de Olimpia. Los relieves del trono, los adornos en oro, las túnicas y el aura divina que rodeaba la figura fueron cuidadosamente seleccionados por Fidias para transmitir no solo poder, sino serenidad y justicia. No era solo una obra de arte: representaba el equilibrio cósmico, el orden del universo presidido por el dios olímpico.
Durante siglos, miles de peregrinos acudieron a Olimpia no solo para los Juegos, sino también para contemplar esta imagen sagrada. Desaparecida entre el siglo IV y V d.C., su destino sigue siendo un misterio: pudo ser destruida en un incendio en Constantinopla o desmontada siglos antes. Pero su leyenda persiste, y reconstruirla así nos permite vislumbrar el esplendor de un mundo donde el arte era vehículo de lo divino.
Ni imperios lejanos ni ejércitos legendarios: Roma se forjó peleando contra sus propios vecinos
Eugenio M. Fernández Aguilar
El Mausoleo de Halicarnaso
Recreación del Mausoleo de Halicarnaso. Fuente: ChatGPT / E. F.
El Mausoleo de Halicarnaso fue concebido no solo como tumba, sino como una afirmación de poder y belleza eterna. Mandado construir por Artemisia II en honor a su esposo Mausolo, sátrapa de Caria, el edificio fue terminado hacia el 350 a.C. en la ciudad de Halicarnaso, actual Bodrum (Turquía). Su monumentalidad inspiró el término “mausoleo” para referirse a tumbas de grandes dimensiones. Medía unos 45 metros de altura y combinaba elementos arquitectónicos griegos, egipcios y licios. La imagen recrea su estructura escalonada: una base rectangular decorada con relieves, una columnata jónica, una pirámide escalonada y, coronándolo todo, una cuádriga de mármol con las estatuas de Mausolo y Artemisia.
Este monumento fue una obra colectiva de los escultores más renombrados del mundo griego, como Escopas, Bryaxis, Timoteo y Leocares. Cada uno decoró una de las caras del edificio, y sus esculturas eran consideradas de una calidad comparable a la del mismísimo Partenón. Los relieves representaban escenas mitológicas, batallas y figuras simbólicas que exaltaban la gloria del difunto y de su linaje. Aunque el mausoleo resistió varios siglos y terremotos, acabó en ruinas entre los siglos XIII y XV. Muchas de sus piezas fueron reutilizadas en construcciones medievales o llevadas al Museo Británico, donde aún pueden verse algunos de sus restos.
Reconstruirlo visualmente es intentar recuperar no solo su forma, sino también su significado: un monumento a la eternidad, a la unión de estilos artísticos y al deseo humano de desafiar al tiempo a través del arte.
El Coloso de Rodas
Recreación del Coloso de Rodas. Fuente: ChatGPT / E. F.
El Coloso de Rodas fue una estatua gigantesca del dios Helios, construida en la isla griega de Rodas hacia el año 280 a.C. para conmemorar la victoria de la ciudad sobre el asedio del rey Demetrio Poliorcetes. La escultura, obra del artista Cares de Lindos, alcanzaba unos 33 metros de altura, lo que la convertía en una de las más altas del mundo antiguo. Hecha de bronce forjado y apoyada en un armazón de hierro y piedra, la imagen que recreamos representa una de las versiones más extendidas —aunque posiblemente mítica—: la del dios en posición erguida, con las piernas abiertas sobre la entrada del puerto, mientras las naves pasaban bajo él.
En realidad, es muy probable que la estatua estuviera situada en tierra firme, cerca del puerto, y no en medio de él. Las fuentes antiguas, como Estrabón y Plinio, mencionan su tamaño y materiales, pero no especifican su pose exacta. Lo que sí está claro es que el Coloso fue un símbolo de unidad e independencia, y su presencia debía ser abrumadora para cualquiera que llegara por mar. La estructura interior se rellenaba poco a poco mientras se añadían las placas de bronce, un proceso que llevó doce años y que requería conocimientos avanzados de ingeniería.
El Coloso permaneció en pie menos de 60 años: fue destruido por un terremoto en el año 226 a.C. Según una leyenda posterior, los restos yacieron en el suelo durante siglos, hasta que los árabes los vendieron como chatarra en el siglo VII. Esta reconstrucción visual devuelve su esplendor perdido, ofreciendo una imagen idealizada del dios del sol vigilando los mares, como guardián de una ciudad orgullosa de su libertad.
El Faro de Alejandría
Recreación del Faro de Alejandría. Fuente: ChatGPT / E. F.
El Faro de Alejandría, también conocido como el Faro de Faros, fue una proeza de la ingeniería helenística y un símbolo del poder y el conocimiento del Egipto ptolemaico. Construido entre los años 280 y 247 a.C. en la isla de Faros, frente al puerto de Alejandría, se estima que alcanzaba entre 100 y 130 metros de altura, lo que lo convirtió durante siglos en una de las estructuras más altas jamás construidas por el ser humano. Su estructura estaba dividida en tres secciones: una base cuadrada, un cuerpo octogonal y un remate cilíndrico coronado por una estatua, posiblemente de Zeus o Poseidón. La imagen recrea este diseño escalonado, basado en las descripciones de autores como Estrabón, Plinio el Viejo y Al-Masudi.
Durante el día, el sol reflejaba sobre espejos metálicos para proyectar luz a larga distancia. Por la noche, se encendía una gran hoguera que servía de guía para los navegantes del Mediterráneo. Se cree que un sistema de rampas internaspermitía subir combustible hasta la cima. El faro no solo era un instrumento de orientación, sino también una declaración de sofisticación tecnológica y cultural. Alejandría, con su Biblioteca y su Museo, aspiraba a ser el faro del conocimiento antiguo, y el edificio lo simbolizaba de forma literal y metafórica.
Así eran las siete maravillas del mundo antiguo
Resistió varios terremotos entre los siglos X y XIV, pero acabó colapsando por completo. Parte de sus restos fueron reutilizados en la construcción de la ciudadela de Qaitbay, en el mismo emplazamiento. Reconstruirlo con esta imagenes devolverle su papel majestuoso como punto de referencia para los marinos y como una de las más impactantes manifestaciones del ingenio humano en la Antigüedad.
Fuente:
Autor: efernandez