
<span class="image__caption">Unos címbalos (platillos) de 4.000 años hallados en Omán podrían reescribir la historia de la música ritual en la Prehistoria. Ilustración artística. Foto: Dall-e/Christian Pérez</span>
Publicado por
Christian Pérez
Redactor especializado en divulgación científica e histórica
Creado:
8.04.2025 | 20:59
Actualizado:
8.04.2025 | 20:59
Durante décadas, las investigaciones sobre los intercambios culturales en el Golfo Pérsico durante la Edad del Bronce se han centrado en el comercio de bienes: cerámicas, herramientas, piedras preciosas. Sin embargo, un descubrimiento reciente en el norte de Omán podría añadir un nuevo instrumento a esta sinfonía histórica. Y nunca mejor dicho. En una pequeña estructura ritual en la cima de una colina del asentamiento de Dahwa, arqueólogos encontraron algo inesperado: un par de címbalos de cobre (platillos musicales) cuidadosamente depositados, uno sobre el otro, como si hubieran sido abandonados tras un último acto ceremonial.
Lo sorprendente no es solo su antigüedad —unos 4.000 años— ni su excelente estado de conservación, sino el contexto y la historia que parecen contar. Lejos de tratarse de un simple instrumento musical, estos címbalos podrían reconfigurar nuestra comprensión sobre cómo se comunicaban, se entendían y se cohesionaban las sociedades prehistóricas en un espacio tan vasto como el comprendido entre Mesopotamia y el Valle del Indo.
Ecos rituales en la cima de una colina
El sitio de Dahwa, situado en la región de Al-Batinah, se ha revelado en los últimos años como uno de los núcleos más interesantes de la cultura Umm an-Nar, una civilización de la Edad del Bronce que floreció entre el 2600 y el 2000 a.C. Esta cultura, que ocupaba lo que hoy es parte de Omán y Emiratos Árabes Unidos, ha sido tradicionalmente estudiada por su compleja arquitectura funeraria, su desarrollo agrícola y sus intensos contactos comerciales.
En uno de los edificios más elevados del asentamiento, lejos de las casas comunes y con vistas sobre el valle, se identificó una estructura rectangular singular. El análisis arqueológico sugiere que no fue una vivienda habitual, sino un espacio vinculado a actividades rituales. Lo confirma no solo su emplazamiento apartado y su arquitectura única, sino la presencia de plataformas interiores, yeso pulido y, por supuesto, los címbalos de cobre que yacían ocultos bajo el suelo.
Lo más intrigante es que no estaban simplemente olvidados: fueron colocados con cuidado, protegidos por una capa de relleno y sellados con losas de piedra. Esto sugiere una deposición intencionada, probablemente vinculada a una ofrenda o a una clausura ceremonial. No es una casualidad que este tipo de gesto tenga paralelos en rituales mesopotámicos y levantinos, donde instrumentos musicales como los címbalos y los sistros eran frecuentemente empleados en templos y enterramientos sagrados.
Los platillos tras retirar parte de la capa de relleno; a la derecha se conservan restos del pavimento original (L009). En el recuadro, se observa cómo ambos platillos estaban superpuestos y perfectamente alineados. Fuente: KA, Douglas et al., Antiquity (2025)
Un instrumento que conecta culturas
Los címbalos hallados en Dahwa no están solos en la historia. Su forma y dimensiones —redondos, con un abultamiento central y un orificio para sujeción— los acercan sorprendentemente a otros ejemplares encontrados en Mohenjo-daro, uno de los grandes centros urbanos del Valle del Indo. Sin embargo, hay una diferencia esencial: análisis químicos e isotópicos han demostrado que estos fueron fabricados con cobre procedente de yacimientos omaníes, probablemente situados a más de 150 kilómetros al sur del lugar del hallazgo.
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Esto elimina la posibilidad de una importación directa desde Asia Meridional. Pero no niega la conexión. De hecho, la similitud formal entre los instrumentos sugiere una transmisión de ideas, tecnologías e incluso simbolismos musicales. Es decir, una interrelación cultural más compleja que el simple intercambio de objetos.
Aquí entra en juego un elemento que rara vez se ha explorado con profundidad en el contexto arqueológico del Golfo: la música. Hasta ahora, el contacto entre la civilización del Indo y las comunidades de la península arábiga se había visto como una red de comercio de productos, pero este hallazgo invita a considerar también la circulación de prácticas sociales y religiosas. La posibilidad de que el sonido de estos címbalos resonara en rituales comunales, danzas o celebraciones, aporta un matiz nuevo y profundamente humano a estas conexiones milenarias.
Fotografía y esquema de un par de platillos utilizados en la comparación. Fuente: KA, Douglas et al., Antiquity (2025)
El papel social de la música en la Prehistoria
Aunque pueda parecer anecdótico, el uso ritual de la música no es un detalle menor en las sociedades antiguas. La música era —y sigue siendo— un medio poderoso para crear comunidad, reforzar creencias compartidas y marcar los momentos clave de la vida colectiva. Que en Dahwa se haya encontrado un instrumento tan específico y simbólico en un edificio de clara función ceremonial sugiere que los rituales musicales formaban parte integral de la vida espiritual local.
Además, su colocación en lo alto del asentamiento no es casual. Desde esa posición elevada, el sonido metálico de los címbalos habría podido escucharse a lo largo del valle. Quizás durante ceremonias visibles solo para unos pocos, pero audibles para toda la comunidad. Ese tipo de experiencia sonora compartida habría funcionado como un mecanismo de cohesión social, especialmente en un contexto donde convergían poblaciones locales y migrantes indios.
Porque, no lo olvidemos, Dahwa no era un enclave aislado. En los últimos años se ha documentado la presencia de numerosos elementos de origen indio: vajilla de cocina típica del Valle del Indo, cuentas de cornalina grabada, juguetes de terracota y hasta pesos de marfil tallado. Todo apunta a una convivencia entre culturas, y en ese crisol, la música podría haber servido como lenguaje común.
Músico con platillos representado en un fragmento de piedra de la estela de Ur-Nammu, posiblemente datado a finales del tercer milenio a.C. (según Barnett 1960: lám. XXVIIa). Fuente: KA, Douglas et al., Antiquity (2025)
Un testimonio sonoro de integración cultural
Los címbalos de Dahwa no solo son un objeto arqueológico. Son una cápsula sonora de una época en la que las conexiones humanas se tejían a través de rutas que cruzaban desiertos y mares. En ellos resuenan ecos de rituales compartidos, de adaptaciones mutuas, de comunidades que, a pesar de su diversidad, encontraron maneras de convivir, colaborar y crear juntas.
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La importancia del hallazgo no está solo en lo que dice sobre el pasado, sino en lo que nos recuerda del presente: que las culturas se entienden no solo a través del comercio y la política, sino también a través de lo simbólico, lo ritual y lo musical. Quizás no podamos recuperar el sonido exacto de esos címbalos, pero su hallazgo nos invita a imaginar la escena: una comunidad reunida, los ecos metálicos rompiendo el silencio del desierto, y una red de conexiones humanas tejida a través de la música.
Referencias
Douglas KA, Al-Jahwari NS, de Vreeze M, Hesein M, Weeks L, Pracejus B. Bronze Age cymbals from Dahwa: Indus musical traditions in Oman. Antiquity. 2025;99(404):375-391. doi:10.15184/aqy.2025.23
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Autor: christianperez