
<span class="image__caption">Fragmentos de colmillo de mamut podrían ser las piezas de marfil trabajadas más antiguas creadas por manos humanas. Ilustración artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez</span>
Publicado por
Christian Pérez
Redactor especializado en divulgación científica e histórica
Creado:
12.04.2025 | 10:00
Actualizado:
12.04.2025 | 10:00
Durante mucho tiempo se creyó que el uso del marfil para fabricar herramientas era una innovación reservada a los humanos modernos y sus culturas avanzadas del Paleolítico Superior. Pero un reciente descubrimiento en el corazón de Europa del Este ha puesto en jaque ese supuesto. A orillas del río Bug, en una colina olvidada del paisaje ucraniano, un equipo de arqueólogos ha desenterrado fragmentos de marfil trabajados por homínidos hace nada menos que 400.000 años. Este hallazgo no solo es sorprendente por su antigüedad, sino porque demuestra una capacidad de experimentación y aprendizaje técnico que hasta ahora no se atribuía a los habitantes de aquella remota época.
El yacimiento de Medzhibozh A, situado cerca del pueblo de Medzhybizh, ha revelado una serie de piezas de colmillo de mamut talladas, rotas y modificadas con técnicas que imitan a las del trabajo en piedra. Los fragmentos —veinticuatro en total— presentan señales de haber sido tallados a golpe de percusión directa y con métodos como el bipolado sobre yunque, una técnica que implica colocar el objeto sobre una base dura y golpearlo con otra piedra para moldearlo. Hasta ahora, este tipo de técnica se consideraba exclusiva de las industrias líticas.
Lo que hace único a este hallazgo no es solo la antigüedad de los objetos, sino su naturaleza experimental. A diferencia de las herramientas líticas clásicas del Paleolítico Inferior, estas piezas de marfil no parecen tener una función práctica clara. Algunas son demasiado pequeñas y frágiles para cortar carne o procesar materiales. Otras tienen formas parecidas a puntas o núcleos de talla, pero no presentan las huellas de uso típicas de herramientas activas. Entonces, ¿por qué las hicieron?
El marfil como banco de pruebas: el laboratorio de los primeros humanos
La clave puede estar en el material. A diferencia de la piedra, el marfil de mamut es relativamente blando, lo que facilita su talla, pero también lo hace ineficiente para tareas pesadas. Esto sugiere que el objetivo no era crear utensilios funcionales, sino otra cosa: practicar. Al igual que los aprendices modernos tallan madera antes de pasar al mármol, estos antiguos homínidos pudieron estar aprendiendo y enseñando las bases de la talla lítica usando un material más manejable.
Las implicaciones son profundas. De confirmarse esta hipótesis, estaríamos ante una de las primeras evidencias materiales de aprendizaje tecnológico y transmisión de conocimiento entre generaciones humanas. Este comportamiento implica una dimensión social y cognitiva notable: enseñar, imitar, practicar. Incluso se ha planteado la posibilidad de que algunas piezas sean "herramientas de mentira", fabricadas por niños o jóvenes que imitaban a los adultos como parte de su proceso de socialización.
Imágenes y esquemas muestran fragmentos de marfil de mamut con distintas formas: uno trabajado en forma de punta, otro con aspecto de núcleo, y un tercero sin modificaciones visibles. Fuente: Stepanchuk y Naumenko, 2025
La talla de herramientas, más allá de su utilidad inmediata, se convierte así en un medio de cohesión y aprendizaje grupal. No sería exagerado pensar en escenas en las que adultos y pequeños compartían momentos junto al fuego, manipulando colmillos rotos de mamut, practicando técnicas que luego aplicarían sobre el sílex. Esto rompe con la imagen rígida y utilitaria que a menudo se asocia con los primeros homínidos.
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Un hallazgo que adelanta el reloj de la historia tecnológica
Hasta este descubrimiento, los primeros objetos de marfil trabajados se databan en unos 120.000 años, y pertenecían a culturas neandertales y humanas más avanzadas. La presencia de marfil modificado en capas arqueológicas datadas en torno a los 400.000 años supone un salto temporal sin precedentes, que obliga a revisar muchos manuales de Prehistoria.
Los restos hallados en Medzhibozh A corresponden, con toda probabilidad, a una población de Homo heidelbergensis, una especie humana anterior tanto al neandertal como al Homo sapiens. Hasta ahora, se consideraba que este grupo tenía una capacidad tecnológica más rudimentaria. Sin embargo, los objetos de marfil sugieren que no solo manipulaban huesos y piedras, sino que también se atrevían a experimentar con nuevos materiales.
El entorno del yacimiento aporta más contexto. En los mismos niveles donde aparecieron los fragmentos de marfil, se han encontrado hogares, restos de fauna como caballos antiguos, rinocerontes lanudos y grandes felinos, así como herramientas de piedra. Todo indica que se trataba de un campamento bien estructurado, donde se procesaban animales cazados y se fabricaban útiles.
Pero llama la atención la escasez de sílex de buena calidad en la zona. Esto refuerza la teoría de que el uso del marfil pudo haber sido una solución provisional ante la falta de materias primas adecuadas. O quizás simplemente un experimento, una prueba más en la larga historia de la innovación humana.
Entre la función y el símbolo: ¿juguetes prehistóricos?
Si bien algunos de los fragmentos muestran características técnicas claras —como aristas afiladas, plataformas de percusión o huellas de impacto—, la mayoría carece de señales de uso prolongado. Esto ha llevado a los investigadores a plantear otra posibilidad fascinante: que estemos ante objetos simbólicos o incluso lúdicos.
Descubren en Ucrania las primeras pruebas conocidas de fabricación de herramientas en marfil, con una antigüedad de 400.000 años. Foto: Istock/Christian Pérez
En varias culturas prehistóricas posteriores, como las del Paleolítico Superior, existen indicios de figuras esculpidas en marfil que no tenían una utilidad práctica evidente. ¿Es posible que estos objetos de Medzhibozh sean sus precursores lejanos? ¿Podrían ser juguetes, amuletos o elementos de enseñanza?
El concepto de “juguete” puede parecer anacrónico, pero en realidad es profundamente humano. La imitación del mundo adulto, el juego simbólico, la experimentación con formas: todo ello son rasgos que asociamos con la infancia, pero que también reflejan la complejidad cultural de un grupo. La posibilidad de que estos fragmentos fueran usados para enseñar o para jugar añade una dimensión emocional al hallazgo.
Un capítulo olvidado de la humanidad que empieza a emerger
A medida que se refina la datación y se estudian más fragmentos, Medzhibozh A se perfila como un sitio clave para entender el desarrollo temprano de la tecnología humana. No estamos solo ante un yacimiento con huesos y piedras. Estamos, quizá, ante un escenario en el que se gestaban los rudimentos de la cultura, donde los humanos del pasado aprendían a ser humanos.
El hallazgo que desconcierta a los arqueólogos: hace 20.000 años, humanos ya compartían tecnología entre pueblos separados por cientos de kilómetros (y no sabemos cómo lo hacían)
La historia de la tecnología no comienza con la rueda ni con la metalurgia. Comienza con decisiones como estas: qué material usar, cómo golpear, qué forma dar. El marfil trabajado de Ucrania, a pesar de su fragilidad, tiene una solidez simbólica enorme. Nos habla de una humanidad que no solo cazaba para sobrevivir, sino que también enseñaba, probaba y creaba. Y eso, 400.000 años después, sigue siendo una lección inolvidable.
Referencias
Stepanchuk, V. and Naumenko, O. (2025), The Earliest Evidence of Deliberate Ivory Processing Dates Back to Around 0.4 Million Years Ago. Int J Osteoarchaeol e3403. DOI: 10.1002/oa.3403
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Autor: christianperez