
Pocas criaturas viven tan cerca de la muerte como este escarabajo, y aún menos logran prosperar entre gérmenes, putrefacción y sustancias tóxicas. El escarabajo enterrador americano ha despertado el interés de los científicos no solo por su estilo de vida único, sino por las impresionantes habilidades que podrían beneficiar directamente a la salud humana. ¿Puede un insecto tan pequeño marcar un antes y un después en la medicina? © Mert Erol Un superviviente entre cadáveres De cuerpo negro, antenas anaranjadas y manchas rojas brillantes, el escarabajo enterrador americano lleva años intrigando a los investigadores. Su capacidad para conservar carne en descomposición a temperatura ambiente sin que se pudra ha llevado a estudiar sus secreciones por sus propiedades antibacterianas, antifúngicas y conservantes. Este escarabajo entierra pequeños cadáveres —como ratones o pájaros— para alimentar a sus crías, con quienes comparte la crianza en una inusual muestra de cooperación parental. Antes de enterrar el cuerpo, le quitan piel o plumas, lo moldean en forma de bola y lo cubren con sus fluidos. Esta “pelota de cría” se mantiene comestible durante semanas, a pesar del riesgo de infección. Pero lo más sorprendente vino después.
Insecticidas mortales… ¿o no tanto? Una investigación reciente descubrió que este escarabajo es resistente a los neonicotinoides, una clase de insecticidas muy potentes derivados de la nicotina. Estos químicos, prohibidos en la Unión Europea pero ampliamente usados en Estados Unidos, alteran los neurotransmisores de los insectos y suelen ser letales para otras especies similares.
Los científicos esperaban que el escarabajo sufriera efectos devastadores, como ocurre con otros coleópteros. Pero sucedió lo inesperado: aunque inicialmente parecen estar muriendo —se revuelcan, agitan las alas y se vuelven hiperactivos—, al día siguiente actúan como si nada hubiera pasado. Esta asombrosa capacidad de recuperación podría deberse a un sistema de desintoxicación muy avanzado.
© Tara Winstead Implicancias para la salud humana
El hallazgo es doble. Por un lado, se confirma que aunque sobrevivan, los escarabajos afectados por pesticidas quedan vulnerables por un tiempo, lo que podría afectar sus tasas de supervivencia en la naturaleza. De hecho, la especie fue clasificada como en peligro en 1989, y aunque fue reclasificada como “amenazada” en 2020, sigue necesitando protección.
Por otro lado, su recuperación ante toxinas abre una puerta esperanzadora para la medicina. Wyatt Hoback, entomólogo que ha estudiado a esta especie por más de 25 años, sostiene que su biología podría ser clave para desarrollar nuevos antibióticos o tratamientos capaces de enfrentar infecciones resistentes. Si este escarabajo puede sobrevivir entre los muertos, quizás nos ayude a seguir salvando vidas entre los vivos. Fuente: National Geographic.
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Autor: Thomas Handley