
Precisamente con la elegancia por bandera, Kauffman ha logrado en sus más de 30 años de carrera, erigirse como una de las voces de su generación. Más de tres décadas de las que, cuenta, ha aprendido el peso del tiempo, para bien y para mal. “¿Qué me ha enseñado el tiempo? Que demasiado tarde es demasiado tarde, eso es seguro”, bromea. “Lo que quiero decir es que viajo mucho y cambio de zona horaria muy a menudo, por lo tanto, es importante llevar un seguimiento de la hora real y la hora local para no llegar tarde a tus actuaciones, ensayos o vuelos. Desafortunadamente, así es como vivimos”, continúa.Por suerte para él, trabajar codo con codo con Rolex implica, entre otras muchas cosas, que poder consultar la hora no sea ni mucho menos un problema. “Rolex obviamente es cronometraje, precisión, perfección, excelencia, tradición, pero también es respaldo”, explicó al respecto a su relación con la casa. Un modo de percibir el tiempo que, sin embargo, dista con mucho de su primer acercamiento a la relojería, tal y como él mismo recordó con cierta nostalgia. “Mi primer reloj lo tuve con seis años. Me compré uno que en aquella época era muy popular. Los relojes LED de cuarzo que hemos visto después y hasta hoy son aquellos en los que el cristal líquido muestra la hora, pero yo tenía un reloj que no tenía pantalla. Estaba todo negro y tenías que presionar un botón para que los números se iluminaron en rojo. Además, consumía muchísima batería, por lo que no podías usarlo con demasiada frecuencia”, rió al recordar sus años de juventud.ANTONI BOFILL
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Autor: Nuala Phillips