
<div class="ue-c-article__media-caption-inner"><span class="ue-c-article__media-description">Brahim celebra eufórico con los aficionados madridistas su gol ante el Atlético de Madrid.</span><span class="ue-c-article__media-source"><span class="ue-c-article__media-author">EFE</span></span></div>
Brahim decidió dejar en evidencia a su entrenador y a sus dos compañeros estrella, Mbappé y Vinicius. Con una genialidad en cinco segundos y un partido completísimo durante 89 minutos tanto en ataque como en defensa demostró que eso que dijo en la víspera Ancelotti de que “hay dos tipos de jugadores, los que corren y los que marcan la diferencia” no va con ciertos futbolistas. Jude Bellingham es uno. Fede Valverde, otro. Y Brahim Díaz también lo es. Un pelotero que además de romdemás de romperle la cintura a Giménez y dejarle clavado para firmar el tercer golazo de la noche realizó un despliegue físico descomunal. Cuando se fue al banquillo en el minuto 89, acalambrado desde un buen rato antes, no podía con su alma, de ahí que el Bernabéu le despidiera con una ovación tan cerrada como merecida.Además de ser el gol que concede una ventaja momentánea al Madrid, ese tanto tuvo la virtud de frenar en seco los mejores minutos de un Atlético que se mostró superior durante buena parte del encuentro. Supo sobreponerse al error inicial de Galán ante Rodrygo en el minuto 4, impropio de la mejor defensa de Europa, y demostró más hechuras de equipo. El de Simeone es un bloque sólido, con un plan de juego claro en el que sabe perfectamente cómo cerrarle los espacios a los atacantes blancos y cómo hacer daño con una presión tras pérdida que les creaba muchos problemas. Resulta imposible comparar esa presión con la de los de Ancelotti porque definitivamente han renunciado a hacerla. Este equipo no presiona; espera su turno con la pelota. Su temeraria pasividad sin balón enfrió una noche europea en la que el juego del campeón de Europa, donde destacó la desconexión absoluta de Mbappé, llegó a provocar silbidos momentáneos del público, descontento con lo que veía.La entrada de Modric devolvió el mando del juego al Madrid y solucionó la falta de peso de su centro del campo, donde a Camavinga se le volvió a escurrir otra oportunidad entre los dedos. En los minutos finales la ventaja pudo ampliarse, pero Mbappé siguió errático. La eliminatoria, como se esperaba, se decidirá en el Metropolitano. En el Bernabéu el Madrid logró más de lo que mereció.Este contenido es exclusivo para los usuarios registrados
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Autor: CARLOS CARPIO