
<p class="caption-title ">Fotograma de Anora</p> <span class="caption-author ">LV</span>
Había que verlo para creerlo. Había que pagar el alquiler en la plataforma de turno y tragarse la oscarizada pretty woman 2.0, la película que presenta a una prostituta tan resuelta y empoderada que hasta le levanta la uña postiza al jefe del macroprostíbulo para decirle que tenga cuidadín, porque no va a tolerar otra falta de respeto de su sobrino.
Fotograma de Anora
LV
Ja ja ja ja. ¿De verdad alguien cree que el cine conserva la capacidad de venderle una burra al respetable? Permítanme un vocabulario soez a la altura de la temática. Porque, sí, había que verlo para creerlo, aunque fuera durante el mismísimo 8-M en que las mujeres se manifestaban por las calles pidiendo la abolición de la prostitución y en contra del género que las encasilla, las oprime y ahora, además, las supedita a hombres que performean la mujeridad y encima les exigen a ellas su empatía.
¿De verdad alguien cree que el cine conserva la capacidad de venderle una burra al respetable?Había que tragarse una peli flojísima y previsible como Anora para entender cómo es posible que el Hollywood superprogre que se muerde la lengua ante la Administración Trump haya sacralizado un filme de tetas, culos, peleas y retrasados mentales al volante, al estilo de los que dominaban la cartelera en los 80, los 90 y los 2000. Y encima, dándoselas de Tarantino, como quien domina la violenta hilaridad, cuando todo lo que hay ahí es añoranza de aquel Hollywood de Harvey Weinstein en el que las titis estaban para lo que estaban.
Sean Baker, director y guionista de la inflada Anora, lleva años defendiendo el sistema prostitucional. Porque para algunos ir de putas es lo que te quita la cara de idiota tras mil horas dándole al porno. Está claro que a Baker le apetecía rodar eso que él llama sexo. Y como en el 2025 esas escenas gratuitas ya no cuelan, se inventó un guion que justificara de principio a fin los planos de culos bien abiertos. Y ya de paso, que mostrara lo felices que son las “buenas putas”, las “profesionales de verdad”, esas que según él se excitan cuando un baboso les apunta por detrás, esas que, tras cepillarse a unos cuantos del tirón, avanzan sensuales y orgullosas por el prostíbulo. Ja ja ja ja.
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Maricel Chavarría
El resto de la peli –la boda en Las Vegas con un niñato que busca escandalizar a sus papás de la oligarquía rusa– pretende ser chocante, cómico y con final moralista: la pobre puta en realidad solo pide un respeto. Y acaba llorando, feúcha, en brazos del único que la ve como una dama. Porque haberlos haylos, fíjate. Las acunapenes siempre encontrarán su recompensa entre los hombres de este planeta que las ven como personas, mientras las feministas que se manifiestan por abolir esta forma de esclavitud solo les tienen envidia, envidia cochina. Ya lo dice la peli: el peor enemigo de una mujer es otra mujer… y todo así.
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Autor: Maricel Chavarría Espuny