
<span class="image__caption">Recreación de un artista pintando un cuadro sobre una ciudad medieval en pandemia. Foto: Midjourney/J.C.</span> <span class="image__author"> - Recreación de un artista pintando un cuadro sobre una ciudad medieval en pandemia </span>
Publicado por
Carmen Sabalete
Directora de Muy Interesante y Muy Historia. Doctora en Historia del Arte.
Creado:
12.03.2025 | 15:00
Actualizado:
12.03.2025 | 08:07
Las pandemias conviven con el ser humano desde que existe. La historia no solo lo recoge en sus anales y archivos, sino también en sus imágenes, capaces a veces de dar voz a lo que no alcanzan las palabras.
Valgan estas cuatro obras de arte de Nicolas Poussin, Francisco de Goya, Edvard Munch y Alexandre Jean-Baptiste Hesse como ejemplo.
La peste antonina
Conocida también como “la plaga de Galeno”, porque fue este famoso médico y filósofo griego (Pérgamo, 129-Roma, entre 201 y 216) quien la describió, fue una pandemia de viruela o tal vez de sarampión que afectó al Imperio romano, en cuyo territorio se introdujo a partir de que las tropas regresaran de las guerras párticas de Lucio Vero en Mesopotamia.
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¿Síntomas? Galeno habla de inflamación de ojos, enrojecimiento fuerte del interior de la boca y de la lengua, sed, sensación de abrasamiento interior, enrojecimiento de la piel, tos violenta y erupciones.
La presión en las fronteras orientales que Roma sufría en el año 162 hizo que Marco Aurelio Antonino mandara a su corregente, Lucio Vero, a expulsar a los partos. La peste ya existía en esa zona en el año 164, como cuenta el historiador romano Dion Casio. Entre los años 165 y 192 se desató así una pandemia que afectó a todo el Imperio (algunos expertos indican que no tuvo solución de continuidad).
Este cuadro, Los filisteos golpeados por la peste, de Nicolas Poussin (1631), le da voz e imagen a la tragedia. Foto: Getty.
Los romanos, diezmados, se vieron obligados a retirarse de Mesopotamia y a firmar la paz con los partos. Casi todo el orbe se resintió (no olvidemos que el Imperio incluía lo que hoy es Inglaterra, Alemania, España, Portugal, el resto de Europa del sur, el norte de Marruecos, Egipto, Palestina y Turquía).
Lucio Vero murió, probablemente contagiado. Y con él hubo hasta 2.000 muertes por día en Roma, una cuarta parte de las personas infectadas. Se estima que perecieron cinco millones en total, aproximadamente un tercio de la población en algunas zonas del vasto Imperio. Se echó la culpa de la peste a los cristianos, que aumentaban cada en día en número y eran vistos como traidores al Estado y al culto imperial.
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Corral de apestados, por Francisco de Goya
En 1792, el pintor de Fuendetodos, convaleciente de una enfermedad extraña que le provocó su famosa sordera, fue invitado a pasar una temporada en el palacete de la duquesa de Alba en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Ya recuperado en gran medida, comenzó a pintar de nuevo, pero en una vertiente muy diferente de la que había llevado hasta entonces en su trayectoria.
Es a partir de ese instante cuando Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) se inclina por otros temas, principalmente escenas de género bañadas de una visión sarcástica y caricaturesca de la realidad, que rozan a veces lo fantástico sin olvidar nunca lo trágico y desagradable. Así nacen los Caprichos (una serie de dibujos, grabados y lienzos inspirados en la vida real), pintados por su propio gusto y no por encargo de ningún cliente. Corral de apestados (1798-1800) pertenece a esta época.
Corral de apestados, obra de Francisco de Goya. Foto: Álbum.
Se trata de un lienzo de pequeño tamaño que ilustra los padecimientos de un grupo de enfermos en un mísero y oscuro hospital, donde la gente muere y padece en masa a causa de una epidemia. Hombres, mujeres, niños, muertos o moribundos, amontonados en la abovedada sala, son víctimas del más inhumano de los abandonos. ¿Qué enfermedad diezmaba a estas personas? Lo desconocemos. Pero por entonces la viruela campaba a sus anchas por España.
La gripe española que fue mundial
De española tenía poco, pero ha pasado así a los anales de la historia. Su nombre obedece al espacio que nuestra prensa le dedicó: España, al no estar involucrada en la Gran Guerra, no censuró la información sobre la enfermedad que devoraba a toda Europa.
El pintor expresionista Edvard Munch se autorretrató a sí mismo tras haberla superado en 1919. Cuando contaba cinco años, su madre murió de tuberculosis, y poco después su hermana. “La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”, escribió. Considerada la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató a entre 20 y 40 millones de personas, estuvo provocada por un virus Influenza A.
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La infección se manifestaba con síntomas como fiebre, mialgias, astenia, cefalea, tos seca, dolor de garganta, problemas gastrointestinales y malestar general. La complicación más importante fue la neumonía. Y, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectaban principalmente a los niños y los ancianos (las personas más vulnerables y cuyo sistema inmunológico es más débil), sus víctimas fueron también jóvenes y adultos saludables y animales de compañía como los perros y los gatos.
Autorretrato de Edvard Munch tras superar la gripe española. Foto: ASC.
Se cree que el origen del virus estuvo en Estados Unidos (se afirma que el primer caso se registró el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial).
La legendaria peste negra
El gran Tiziano rondaba los noventa años cuando esta pandemia asoló Venecia. En 1832, Alexandre Jean-Baptiste Hesse pintó este Homenaje fúnebre a Tiziano, muerto en Venecia durante la peste de 1576. El lienzo se centra en el hecho histórico de la muerte del pintor veneciano, víctima de la epidemia.
Al principio, la enfermedad apareció en Venecia, una de las ciudades con mayor tránsito comercial de la época y punto de confluencia y encuentro de innumerables embarcaciones procedentes de los puntos más distantes del planeta. La infección, provocada por la bacteria Yersinia pestis, estaba íntimamente ligada a la rata negra, cuya pulga la diseminaba a través de su picadura: de ahí su nombre.
Homenaje fúnebre a Tiziano, muerto en Venecia durante la peste de 1576, obra de Alexandre Jean-Baptiste Hesse (1832). Foto: ASC.
Los barcos eran el medio por el que las ratas se desplazaban desde unos lugares a otros, y con ellas la enfermedad. No es de extrañar que Venecia estuviese en el centro mismo del origen de diferentes focos epidémicos a lo largo de los años, algunos de los cuales se extendieron posteriormente por otras regiones cercanas.
Es el caso de Lombardía, cuya capital, Milán, fue sacudida por la epidemia ese mismo año de 1576. San Carlos Borromeo, obispo de la ciudad por entonces, fue una de las personalidades que más destacaron en auxiliar a los enfermos, hasta el punto de ser un ejemplo de abnegación y, con el paso del tiempo, objeto de veneración y culto.
Fuente:
Autor: juancastroviejo