
<span class="image__caption">Recreación fantasiosa de las catacumbas de París. Fuente: Midjourney/Erica Couto</span> <span class="image__author"> - Recreación ficticia de huesos y cráneos en las catacumbas de París </span>
Creado:
15.03.2025 | 18:33
Actualizado:
15.03.2025 | 18:33
Uno de los comportamientos que distingue a los seres humanos del resto de especies animales es su capacidad para el pensamiento simbólico. A lo largo de los milenios, los homínidos han desarrollado diversas prácticas funerarias que reflejan tanto su relación con la muerte como sus creencias religiosas y su organización social. Los enterramientos no solo han servido como un medio práctico para disponer del cuerpo inanimado, sino también como una manifestación de la identidad cultural y del estatus social de los difuntos. Exploramos la evolución de estos espacios funerarios y su importancia en las sociedades que los erigieron.
Enterramientos prehistóricos: los primeros rituales funerarios
La muerte entre los neandertales
Los primeros vestigios de enterramientos humanos que conocemos datan del Paleolítico Medio y se asocian con los neandertales. Estos entierros tempranos ya muestran indicios de intencionalidad. La disposición de los cuerpos en fosas y la presencia de ajuares funerarios rudimentarios ya sugieren una concepción primitiva de la muerte y del más allá. En yacimientos como el de La Chapelle-aux-Saints en Francia, se han encontrado esqueletos depuestos en posturas específicas, lo que refuerza la idea de prácticas funerarias organizadas.
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Ritos funerarios en el Neolítico
Con el desarrollo de la agricultura y la progresiva sedentarización de las poblaciones humanas durante el Neolítico, los ritos funerarios adquirieron una mayor complejidad. Así, los enterramientos colectivos en dólmenes y túmulos reflejan una visión comunitaria de la muerte, en la que los ancestros tenían un papel clave para construir y reforzar la identidad del grupo.
En este periodo, las prácticas varian entre inhumaciones primarias, donde los cuerpos eran depositados intactos, y secundarias, en las que los restos se reorganizan tras la descomposición. En sitios como Çatalhöyük, los difuntos se sepultaban bajo las casas, lo que sugiere una estrecha relación entre los vivos y los muertos.
Megalitos y arquitectura funeraria
El megalitismo funerario supone una de las manifestaciones más impactantes del Neolítico. Construcciones como los dólmenes, los crómlech y los menhires servían tanto para marcar la sepultura de los muertos como para afirmar del poder y la identidad de la comunidad. En Europa, monumentos como Stonehenge se han interpretado como espacios ceremoniales relacionados con el culto a los ancestros.
El dolmen de Brownshill, en Irlanda. Fuente: Pixabay
Catacumbas: los cementerios subterráneos
Orígenes y función
Las catacumbas surgieron en la antigüedad como respuesta a la necesidad de enterrar a los muertos en lugares seguros y alejados de las áreas habitadas. Fueron particularmente relevantes en la Roma imperial, donde los cristianos, perseguidos por sus creencias, crearon estos espacios subterráneos para sus entierros y reuniones clandestinas. Excavadas en toba volcánica, estas galerías permitían aprovechar al máximo el espacio disponible y proteger los restos de posibles saqueos.
Las catacumbas romanas, como las de San Calixto y San Sebastián, no solo operaban como espacios funerarios, sino que también servían como centros de culto. En sus muros, aún se sonservan inscripciones, frescos y símbolos cristianos como el pez y el crismón, que denotan la esperanza en la resurrección. A pesar de su abandono tras la legalización del cristianismo en el siglo IV, estos lugares siguen siendo un testimonio clave de la vida religiosa en la Antigüedad.
Aunque las catacumbas romanas son las más conocidas, se han identificado estructuras similares en diversas culturas. En París, las catacumbas albergan los restos de millones de personas trasladadas desde cementerios sobrepoblados en el siglo XVIII. Por otro lado, las catacumbas de Kom el Shoqafa, en Egipto, combinan elementos helenísticos, romanos y egipcios, reflejando la diversidad cultural de Alejandría en época romana.
Castel Sant’Angelo, en Roma, fue, en origen, el mausoleo de Adriano. Fuente: Pixabay
Mausoleos: la monumentalidad de la muerte
El mausoleo es un tipo de tumba monumental que busca perpetuar la memoria del fallecido a través de una estructura imponente. Su origen se remonta a la tumba de Mausolo, sátrapa de Caria en el siglo IV a.C., cuya construcción en Halicarnaso dio nombre a este tipo de edificaciones.
En la época romana, los emperadores y personajes ilustres solían enterrarse en mausoleos de gran envergadura. Un ejemplo paradigmático lo constituye el mausoleo de Adriano, convertido posteriormente en el Castel Sant’Angelo. En China, la tumba del primer emperador Qin, resguardada por el famoso ejército de terracota, es una muestra del poder reflejado en la arquitectura funeraria.
En el mundo islámico, los mausoleos han tenido un papel central en la veneración de líderes religiosos y gobernantes. El Taj Mahal, construido en el siglo XVII por el emperador Shah Jahan, se erige como uno de los mausoleos más famosos y una joya del arte mogol. En tiempos modernos, estos monumentos continúan siendo relevantes. Así el mausoleo de Lenin en Moscú o el de Atatürk en Turquía, que sirven tanto como tumbas como símbolos políticos.
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Criptas: espacios de culto y sepultura
La cripta en la arquitectura religiosa
Las criptas surgieron en la arquitectura cristiana temprana como espacios subterráneos destinados al entierro de mártires y clérigos. Ubicadas generalmente bajo el altar de las iglesias, simbolizaban la conexión entre los vivos y los difuntos, ya que permitían a los fieles rendir homenaje a los santos y acceder a sus reliquias.
Durante la Edad Media, las criptas se convirtieron en un espacio fundamental de las catedrales y abadías europeas. Un ejemplo notable es la cripta de la vatedral de San Pedro en el Vaticano, que alberga la supuesta tumba del apóstol Pedro. Con el Renacimiento, la tradición de construir criptas continuó, aunque con un diseño más elaborado. Un ejemplo de la maestría renacentista lo constituye la capilla de los Médici en Florencia.
En la actualidad, las criptas siguen en uso, especialmente en iglesias y panteones familiares. En algunos casos, se han vuelto metas turísticas, como sucede con la cripta imperial de Viena, donde descansan los miembros de la dinastía Habsburgo. Asimismo, algunas criptas modernas han sido adaptadas como museos o espacios de memoria histórica.
El Taj Mahal, un impresionante monumento funerario. Fuente: Pixabay
Espacios del morir
A lo largo de la historia, las sociedades han desarrollado diferentes formas de enterramiento que no solo reflejan su relación con la muerte, sino también sus valores culturales, religiosos y políticos. Las catacumbas, los mausoleos y las criptas han sido espacios de recuerdo, veneración y construcción de la memoria colectiva. En la actualidad, aunque las costumbres funerarias hayan evolucionado, estos espacios siguen siendo lugares de interés tanto para la historia como para la arqueología.
Referencias
Barba Colmenero, Vicente y Alberto Fernández Ordóñez. 2021. Todo lo que hay que saber de arqueología. Una introducción a la ciencia del pasado. Madrid: Pinolia
Fuente:
Autor: ericacouto