
Creado:
28.03.2025 | 18:30
Actualizado:
28.03.2025 | 18:30
Los restos arqueológicos pueden deteriorarse si expuestos a los fenómenos atmosféricos, a la acción de los animales o por falta de manutención. Con todo, el expolio arqueológico representa una de las mayores amenazas para la preservación del patrimonio histórico. La sustracción ilegal de bienes arqueológicos no solo priva a la sociedad de su herencia cultural, sino que también destruye contextos históricos irrecuperables. Esta problemática no es exclusiva de un solo país ni de una época concreta, sino que ha sido una práctica recurrente a lo largo de la historia. Con el desarrollo de la arqueología como disciplina científica, sin embargo, el impacto de estas prácticas ha sido más evidente y devastador. Aunque son muchas las causas, manifestaciones y consecuencias del expolio de los yacimientos arqueológicos, existen medidas eficaces que se pueden adoptar para combatirlo.
Manifestaciones del expolio arqueológico
El expolio arqueológico adopta diversas formas, desde la sustracción de objetos aislados hasta la excavación sistemática sin autorización ni metodología científica. Uno de los casos más comunes de expolio es el que se practica mediante el uso de detectores de metales para localizar y extraer piezas sin documentarlas ni registrarlas. Esta práctica, aunque ilegal en muchos países, sigue realizándose de manera clandestina.
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Otro fenómeno alarmante deriva de la excavación ilícita llevada a cabo por saqueadores. Estos individuos, sin formación arqueológica, remueven estratos y destruyen contextos esenciales para la interpretación histórica. En algunos casos, el expolio se encubre bajo la apariencia de excavaciones "autorizadas", donde el verdadero interés reside en la obtención de piezas valiosas que puedan venderse en el mercado negro.
El saqueo de yacimientos no se limita a la arqueología terrestre, sino que también afecta al patrimonio subacuático. La empresa estadounidense Odyssey Marine Exploration, que en 2007 anunció el hallazgo de un gran tesoro subacuático sin revelar su procedencia, representa un caso emblemático. Se descubrió posteriormente que se trataba del pecio de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en 1804, lo que desencadenó un litigio internacional por la propiedad del hallazgo.
El arte rupestre al aire libre se arriega a ser expoliado. Petroglifos. Fuente: Pixabay
Consecuencias para el patrimonio histórico
El expolio arqueológico tiene consecuencias irreparables para la comprensión de la historia y la cultura. Estos son algunos de los efectos más graves.
Pérdida del contexto arqueológico
El conocimiento histórico no solo depende de los objetos encontrados, sino de su posición en el yacimiento y su relación con otros elementos. Cuando una pieza se extrae sin documentarla con precisión, se pierde información vital sobre su función, cronología y significado. Por ejemplo, no es lo mismo hallar una cerámica en el interior de una tumba que en una vivienda. En el primer caso, su deposición puede estar relacionada con rituales funerarios, mientras que en el segundo, con la vida cotidiana.
Destrucción del patrimonio
El uso de herramientas no especializadas y la remoción indiscriminada de materiales pueden causar daños irreversibles a los yacimientos. Muchos expoliadores, al no encontrar objetos de valor inmediato, destruyen estructuras, inscripciones y otros elementos que podrían aportar información fundamental a los arqueólogos.
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Fomento del mercado negro
La extracción ilegal de bienes arqueológicos alimenta el mercado negro internacional, donde piezas de incalculable valor histórico se venden sin registro ni autenticidad garantizada. Los museos, los coleccionistas privados y las casas de subastas han sido partícipes, en algunos casos de manera consciente y en otros de forma inadvertida, de la comercialización de bienes expoliados.
Pérdida de identidad cultural
Los objetos arqueológicos forman parte del legado de las comunidades y países donde fueron hallados. Cuando se sustraen y se venden a coleccionistas o museos extranjeros, se produce una desconexión entre las poblaciones actuales y su propia historia. La expoliación arqueológica, por tanto, ha sido responsable de la dispersión de valiosos patrimonios nacionales y, con ello, de la erosión de la memoria histórica.
Detalle de la decoración del templo de Angkor, Cambodia. Fuente: Pixabay
Medidas contra el expolio arqueológico
Diferentes instituciones y gobiernos han implementado medidas para combatir el expolio y preservar el patrimonio histórico.
Legislación y sanciones
La tipificación del expolio como delito en muchos países ha autorizado la persecución de los responsables y la recuperación de bienes arqueológicos. En España, el uso de detectores de metales sin autorización en zonas arqueológicas está considerado una infracción grave. Asimismo, se han firmado tratados internacionales, como la Convención de la UNESCO de 1970, que regula la exportación e importación de bienes culturales.
Cooperación internacional
El trabajo conjunto entre países ha sido clave para la devolución de piezas expoliadas. Casos como la restitución de los tesoros de la fragata Mercedes a España demuestran que la diplomacia y el derecho internacional pueden ser efectivos en la lucha contra el saqueo del patrimonio.
La protección del patrimonio es una tarea global de la que todos somos responsables. Fuente: Pixabay
Educación y concienciación
Las campañas de sensibilización han sido fundamentales para disuadir a los posibles expoliadores y, sobre todo, generar conciencia en la ciudadanía. Las visitas guiadas, las conferencias y las actividades en museos han permitido que más personas comprendan la importancia de preservar el patrimonio arqueológico. Además, la colaboración con las comunidades locales ha facilitado la protección de los sitios arqueológicos.
Combatir el expolio, una responsabilidad comunitaria
El expolio de los yacimientos arqueológicos es una práctica que atenta contra la conservación del patrimonio histórico y el conocimiento de nuestro pasado. La pérdida de contexto, la destrucción de sitios y la alimentación del mercado negro son solo algunas de sus nefastas consecuencias. La lucha contra el expolio requiere de una legislación firme, la cooperación internacional y una mayor educación pública para garantizar que las futuras generaciones puedan conocer y valorar su historia. Preservar nuestro legado arqueológico no es solo una tarea de los expertos, sino una responsabilidad de la sociedad en su conjunto.
Referencias
Barba Colmenero, Vicente y Alberto Fernández Ordóñez. 2021. Todo lo que hay que saber de arqueología. Una introducción a la ciencia del pasado. Madrid: Pinolia.
Fuente:
Autor: ericacouto