
Así dio comienzo una relación que muy pronto se tornó en una amistad mantenida a través de los años, incluso después de que Luz dejara la casa. “Cuando ella les decía que tenía que recoger la cocina, ellos contestaban: ‘Bueno, bueno, primero vamos a charlar un rato’, ríe. Le enseñaron a conducir, y mi abuelo la llevaba en el barco con el que salía a pescar. Por eso, cuando a mediados de los ochenta Luz tuvo a su hija, la llevaba allí para que estuviera con ellos y la cuidara mi abuela”, desarrolla Olbés, que el pasado verano, cuando fue a Fuerteventura, se encontró con el magnífico (e inesperado) regalo. “Luz me llamó para decirme que tenía guardadas unas prendas que mi abuela le había hecho al nacer su hija y que me las quería dar porque sabía que para mí iban a tener un gran valor estético y emocional. Y menos mal, porque yo no tenía nada de ella de esa primera infancia. Nos había hecho infinidad de ropas a mi hermana y a mí, pero mi madre no las había guardado por falta de espacio. Y supongo que también porque ahora entendemos más hasta qué punto estas técnicas para tejer a mano forman parte de una tradición cada vez más mermada”, reflexiona.“Me hace muchísima ilusión ponérsela a mi hija. Pienso que a ella, con esa vocación de maestra, le hubiera entusiasmado. Realmente disfrutaba de estar con los niños. Tenía muchos recursos para lidiar con ellos y dedicarles esa atención plena que tantas veces reclaman”, dice la editora, que, al residir actualmente en Madrid, ve en estos jerséis una evocadora forma de estrechamiento de los vínculos a pesar de la distancia. “Me emociona pensar que no conoció a su bisnieta, pero la ha podido vestir. Que la calidez de esta lana contiene un trocito de ella. Al final, mi hija no va a tener tan cerca a su familia como yo tuve a la mía. Como madre, es normal intentar posibilitarle o transmitirle a tus hijos todo lo bueno que has vivido tú. Y, en este caso, crecer en una isla no se parece en nada a crecer en una capital de interior. Quizá estos jerséis contengan algo de mis veranos de la infancia en Fuerteventura. Quizá sean una invitación implícita para compartir mis recuerdos con ella el día de mañana”, evoca.
Fuente:
Autor: Eva Blanco Medina