
Para muchas personas, tener una mascota es una fuente diaria de bienestar, afecto y compañía. Pero quienes sufren alergias lo ven como un lujo inalcanzable. La buena noticia es que no todo está perdido: si bien los alérgenos pueden desencadenar síntomas molestos o graves, existen formas eficaces de reducir su impacto y disfrutar de la presencia de un animal en casa sin sacrificar tu salud. Por qué realmente eres alérgico a tu mascota (y no es por el pelo) © Unsplash – Brittany Colette Uno de los errores más comunes es pensar que la alergia está causada por el pelaje del animal. En realidad, el problema son proteínas presentes en la piel y la saliva de perros y gatos, conocidas como alérgenos. Cuando se acicalan, estas proteínas quedan en su pelo, que al desprenderse y circular por el ambiente, se convierte en un vehículo para las reacciones alérgicas. Estos alérgenos flotan en el aire, se adhieren a los muebles, ropa o alfombras, y están más presentes en razas de doble capa como golden retrievers, pastores alemanes o samoyedos, especialmente cuando viven en interiores donde el aire acondicionado y la calefacción alteran sus ciclos de muda natural.
Medidas prácticas para reducir los alérgenos sin renunciar a tu mascota © Unsplash – Jonas Vincent Si tu alergia es moderada y aún deseas convivir con un perro o un gato, hay varias formas de minimizar el impacto: Ventilación frecuente y control de la temperatura ambiente (sin abusar de calefacción o aire acondicionado). Aspiradora con filtro HEPA en lugar de escoba, para evitar levantar partículas. Fregado frecuente con productos con lejía para eliminar residuos del suelo. Purificadores de aire con filtro HEPA, ideales para atrapar alérgenos suspendidos. Cepillado al aire libre y uso de champús especiales que reduzcan la caspa y los alérgenos. Es fundamental también que la persona alérgica no sea quien bañe ni cepille al animal. Estos cuidados deben estar a cargo de otro miembro del hogar.
Los gatos, un desafío mayor (pero no imposible) © Unsplash – Mona Magnussen Los felinos son especialmente complicados por su costumbre de subirse a todos lados. Sin embargo, puedes mantenerlos lejos de ciertas zonas usando aromas que les resultan desagradables pero son seguros para ellos: lavanda, cítricos, eucalipto o romero.
Coloca pequeñas cantidades de estas esencias en frascos con agujeros cerca de escritorios, mesas o camas. Con moderación, esto los mantendrá a raya sin incomodarlos. Además, restringir el acceso al dormitorio y evitar que suban al sofá puede reducir drásticamente la presencia de alérgenos en los espacios donde pasas más tiempo.
Alergias, hormonas y otras claves que no sabías © Unsplash – Vitaly Gariev Las mujeres alérgicas pueden notar que los síntomas se intensifican después de la ovulación, algo habitual con todas las alergias. En esos días, los antihistamínicos o descongestionantes pueden ser aliados puntuales, aunque su uso habitual debe ser consultado con profesionales médicos.
Y si aún no tienes mascota, optar por razas hipoalergénicas puede marcar una gran diferencia. En perros, destacan los caniches, bichones y razas pequeñas de pelo rizado. En gatos, algunas razas de pelo corto como el siamés o incluso los esfinge (sin pelo) tienden a producir menos alérgenos. Tener una alergia no significa que debas renunciar al vínculo único que ofrecen los animales. Con precauciones, productos adecuados y algo de planificación, puedes tener un perro o un gato en casa sin sufrir las consecuencias. La clave está en adaptar el entorno… y dejar que el cariño haga el resto.
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Autor: Romina Fabbretti