
El micro hábito que me baja el cortisol de forma inmediataMe quejo de forma constante de que me faltan horas al día (y es verdad) pero mi tiempo de uso del móvil está en torno a las 3 horas diarias. Y no precisamente porque me siente en el sofá a ver Instagram pasar (haciendo scroll eterno). Es una acumulación de pequeñas (pero demasiadas) conexiones a lo largo del día: cuando me paro en un semáforo, a veces incluso caminando, en el metro de camino al trabajo, en una sala de espera, antes de irme a la cama…. digamos que he llegado a ese punto en el que no soy capaz de estar sin hacer nada y tiro de móvil en cuanto no estoy ocupada: dopamina rápida y barata. Tengo el cerebro hiperestimulado (como la mayoría de la población) y cuando no tengo conexión de forma obligada –como en un vuelo largo– o deseada –en una comida con amigas en la que ninguna saca el móvil– noto cómo mi cuerpo y mi mente se relajan de forma inmediata. Esta no conexión es lo que más rápido me baja el cortisol. Tanto, que en los dos últimos vuelos que he tenido en los últimos meses he renunciado al wifi al que tenía acceso para evitar que las notificaciones de wasap rompieran ese momento mágico de relajación que no experimento en ningún otro momento del día en el que tengo el móvil cerca. Y así entregarme al placer de ver películas sin mirar el móvil, leer, dormir…Como de vuelos largos no pueden vivir mis momentos de bajo cortisol, he decidido practicar ese micro hábito de activar el modo avión en diferentes momentos del día para evitar la tentación. Sé que hay gente que para fomentar la desconexión se desinstala las aplicaciones y las instala cuando quieres usarlas –por aquello de poner mayor resistencia a las malas praxis–, pero prefiero intentar convertir en hábito las mini desconexiones durante el día. Puede ser cuando estoy trabajando y necesito concentración, en el metro para entregarme al placer de la lectura, al llegar a casa (intentando que mi marido y mis hijas también lo hagan para dedicar tiempo a otras actividades sin conexión mediante…).La psicóloga Brígida H. Madsen me confirma la efectividad de esta alternativa: “La realidad es que nos pasamos el día recibiendo llamadas, notificaciones, mensajes e emails de todo tipo… y eso nos mantiene en un estado de alerta e hiperconectividad constante. Poner el modo avión en ciertos momentos del día puede ser una excelente idea para reducir la sobreestimulación, aumentar la concentración y reducir el estrés. El modo avión ayuda a marcar pausas reales, dándote un respiro para desconectar sin culpa”, explica.Vencer la tentación de desconectar el modo aviónA simple vista, poner el modo avión es tan fácil como caer en la tentación de desconectarlo y volver a hacer scroll infinito o responder a wasaps. Por eso hay que trabajar con un poco de esfuerzo la instauración de este nuevo hábito para, como diría James Clear, creador del concepto hábitos atómicos, hacerlo fácil, bonito y atractivo. Una alternativa puede ser activar el modo avión e inmediatamente buscar actividades que nos hagan entrar en estado de flow, es decir, estado de máxima motivación que hace que el tiempo vuele (puede ser leer un libro, pintar, tejer…). O como señala Brídiga H. Madsen, ayuda mucho en esos momentos de desconexión no tener los dispositivos a la vista y tener presente el objetivo de por qué se hace. “Vencer la tentación de consultar el wasap o distraerte de nuevo con las redes sociales es mucho más fácil si sabes para qué lo haces. Por ejemplo, si quieres disfrutar de una comida con amigos o estar más presente en determinados momentos familiares, será más fácil sostenerlo”.La técnica del sándwich para incorporar nuevos hábitosLos expertos en hábitos proponen una técnica muy depurada para cambiar de hábito. Lo llaman el método del sándwich y supone introducir el hábito nuevo entre dos antiguos que son como esa rebanada de pan entre las que se introducen los hábitos nuevos. A la hora de hacer estas pequeñas desconexiones se trataría de revisar lo que necesites en el móvil antes de poner el modo avión, leer o hacer cualquier actividad alejada del móvil y desactivar el modo avión. La idea es rodear ese nuevo gesto de dos actividades que se disfruten más. De esta manera la mente está más receptiva para entrar en ese estado de cambio y poco a poco se convierte en rutina. Nuestro cerebro (y nuestro cortisol) nos lo agradecerán.
Fuente:
Autor: Ana Morales