
Nunca creí que iba a pronunciar la frase “tengo ganas del entrenamiento de esta tarde.” Mi relación con el deporte y el ejercicio físico nunca ha sido buena. No me ha gustado jamás. Entre emplear mi tiempo libre y gastar mi dinero en ir a un gimnasio o hacerlo en ir al cine, leer un buen libro o tomarme unas cervezas con mis amigas, para mí la opción estaba muy clara y nunca era la primera. De pequeña probé la gimnasia rítmica, la natación, el taekwondo… pero no le cogí el gusto a nada. De mayor lo intenté con el pilates e incluso con alguna clase de yoga, pero no conseguí conectar con ello, como ya conté en este artículo, y acabaron sumándose a los fracasos en mi lista de disciplinas fallidas. Y así he llegado hasta los (casi) 40 años.Pero llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que tienes que cuidarte y el ejercicio físico es parte fundamental de este cuidado. En mi caso fue el nacimiento de mi hijo. Convertirme en madre activó algo en mi cerebro de manera que estar sana y fuerte se convirtió en una prioridad, no por mí sino para poder cuidar bien de mi hijo y seguirle el ritmo (supongo que solo otras madres lo entenderán). Practicar deporte ayuda a tener un sistema inmunológico más fuerte y aumenta nuestra energía, por lo que empezar a entrenar se convirtió en algo que no podía seguir rechazando.Por qué entrenar con una entrenadora personalCuando llegué a la conclusión de que tenía que empezar a entrenar, estaba convencida de que tenía que hacerlo con una entrenadora personal. Sé que hay gente que en el gimnasio se apaña con las tablas que se encuentran disponibles para todo el mundo, pero ese no es mi caso. Con el rechazo que me producía pisar un gimnasio y la sensación de estar perdida que me crea estar en la sala de máquinas, comprometerme con una entrenadora significaba dos cosas: por un lado, obligarme a ir al gimnasio y no tener excusas a mano para no hacerlo y, por otro lado y más importante, asegurarme de que, ya que entreno, lo hago bien y no me hago daño. Lesionarse es mucho más fácil de lo que parece cuando trabajas con peso y con máquinas que no has usado jamás, por lo que contar con una entrenadora que vaya adaptando el peso con el que trabajo y me ayude a adoptar las posturas correctas a la hora de hacer los ejercicios me parece fundamental.Además, lo primero que te pregunta una entrenadora es cuáles son tus objetivos a la hora de entrenar de manera que pueda crear rutinas de ejercicios adecuados a tus capacidades, pero también a lo que estás buscando conseguir. En mi caso fue fácil: mi objetivo principal es tener un cuerpo funcional y estar en forma, algo que puede parecer muy poco ambicioso, pero que resulta básico. A partir de ahí, ya veremos.
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Autor: Vicky Vera