
<p class="caption-title ">Lewandowski celebra con ambición el gol en propia puerta del Leganés </p> <span class="caption-author ">Dani Duch</span>
No fue el tridente sino un autogol de Jorge Sáenz, uno de los centrales del Leganés. No fue un festival como el europeo contra el Borussia Dortmund sino un partido de mucho sudor. Como no siempre se puede brillar, hay que saber sufrir. Al límite, el Barça fue más certero y sólido que el Leganés, seguramente porque le sonrió la suerte del campeón en su noche más terrenal y menos celestial.
En estos campos ganan o pierden la Liga los aspirantes y también estos resultados pueden servir para dar un espaldarazo al equipo modesto que pelea por salvarse. El Barça se fue con tres puntos de oro y el Leganés se quedó con las manos vacías después de 90 minutos de muchos nervios y angustia.
Levantó los brazos el líder, que descuenta una casilla. Cuando el árbitro pitó, Gavi fue a abrazar a unos cuantos mientras Pedri se derrumbaba en el césped. Imágenes de que fue un paso pequeño en un encuentro feo pero un paso gigante para la carrera por el título.
No será porque el Barcelona no se tomase en serio la visita a Butarque. No bromeaba Flick cuando decía que quería la misma actitud que en la Champions porque el técnico blaugrana apostó fuerte por defender y proteger el liderato. Nueve de los futbolistas que golearon al Borussia Dortmund repitieron en Leganés. Lejos de rotar y aprovechar el fondo de armario, tiró de sus titulares. Ni siquiera hizo el alemán un cambio por línea porque mantuvo intacto e intocable a su temible tridente. Solo entraron Araújo (por Cubarsí) y Eric Garcia (por De Jong).
El mensaje estaba claro. La Liga está a la misma altura de prioridad para un Barça que aspira a todo y que no renuncia a nada. No quería despistarse sino que buscaba poner todavía más presión a sus perseguidores.
Pero como suele suceder cuando el campeonato entra en las últimas ocho jornadas, Butarque se atascó más que la ida de los cuartos europeos. El líder no creaba el peligro que acostumbra y, en cambio, el equipo en descenso, viendo que ganaba sus rivales por la permanencia, le hacía mucho daño en transiciones. Sufría el Barça mucho más que el Leganés en defensa y la prueba es que estaba más agobiado Szczesny que Dmitrovic. El portero visitante se encontraba constantemente con Raba de frente mientras que el guardameta local solo tuvo que esforzarse en un disparo envenenado de Koundé. En cambio, Szczesny salvó el 1-0 con una gran mano tras un remate de Altimira después de que Raba ganase en velocidad a Iñigo Martínez.
A esa sensación de ir a contrapié contribuyó la lesión de Balde. El lateral izquierdo se hizo daño tras chocar y caer en una carrera con Altimira. En la cuarta titularidad consecutiva, ya que Flick optó por no incluirle en las rotaciones, Balde tuvo que pedir el cambio antes del descanso.
El Barça se atascó en la telaraña en un partido incómodo. A los barcelonistas les interesaba poner ritmo pero el Leganés insistía en bajar las revoluciones del partido, para que ni Lamine Yamal ni Raphinha pudiesen desequilibrar en medio de tanta calma y parsimonia. Pedri pedía a sus compañeros no precipitarse, mover a la defensa y no realizar envíos planos al área, que era pan comido para los centrales pepineros. El equipo más goleador de la Liga y la Champions se estrellaba de nuevo ante un Leganés que ya le dejó seco cuando venció en Montjuïc en la primera vuelta.
Quizás por eso, en la caseta Flick aún dobló más su apuesta por la Liga retirando a Araújo, al único que el Leganés dejaba avanzar con la posesión, para dar entrada al reservado De Jong y retrasar a Eric Garcia a su posición natural y así tener a dos centrales con salida pulcra desde atrás.
Lo que había parecido imposible en la primera parte, adelantarse, que era lo más difícil de hacer, llegó enseguida en la reanudación y de la forma más inesperada: un autogol. Tampoco fue gracias a una jugada elaborada del Barcelona sino gracias a una recuperación en campo contrario. Gerard Martín se anticipó y la pelota llegó a Raphinha, que cabalgó la banda. Su centro, raso, buscando a Lewandowski, lo desvió Jorge Sáenz en su intento de evitar el remate del pichichi. Dmitrovic se quedó petrificado por el fuego amigo. El portero había frenado durante 135 minutos al tridente del Barça y le batió un compañero.
Ni así se vio a un Barça brillante sino que tuvo que fajarse y ponerse el mono de trabajo, seguramente por la seriedad de la situación del contrincante. Las dos únicas ocasiones en que el fútbol se elevó fue cuando más cerca estuvieron los blaugrana de hacer el 0-2. Fermín lo hizo todo bien en el área, con dos regates de bailarín, pero su chut no hizo justicia a la jugada. En la segunda, Lamine Yamal se coló por la banda y su chut a quemarropa lo despejó Dmitrovic.
Ya se sabe que los marcadores ajustados pueden caer de cualquier lado y el Leganés, deseperado, se lanzó al ataque. El público, nervioso, pidió un penalti por manos de Iñigo. Se anuló un gol por fuera de juego a Raba y Diego García no acertó en la oportunidad más clara. Con el tiempo cumplido, Munir se llevó una pelota y cuando estaba a punto de entrar en el área, se lanzó al suelo Iñigo Martínez para evitar el remate. Una acción defensiva de líder.
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Autor: Carles Ruiperez Tirado