
Muchos historiadores concuerdan en que la caída del imperio romano occidental, en general fechado en 476 DC, con la caída de la antigua Roma, fue el final de la antigüedad clásica. Pero no todos están de acuerdo en cuál fue la causa de la caída del imperio. Las teorías van desde la mala administración a la presión de los pueblos germano, el surgimiento del cristianismo, la sobrepoblación, las defensas debilitadas y hasta el desafortunado momento en que se dio una pequeña glaciación o era de hielo. Ahora, un equipo multidisciplinario reveló nuevos detalles de lo que se conoce como la Pequeña Glaciación Antigua Tardía, que fue un período de frío extremo que duró “solo” unos dos o tres siglos a partir del año 540 DC aproximadamente. Según lo detalla un trabajo publicado el 8 de abril en la revista Geology, el equipo descubrió en Islandia rocas que probablemente llegaran a la isla desde Groenlandia transportadas en témpanos de hielo durante esa pequeña glaciación. Ese período de intenso frío, representado por el viaje de las rocas a través del Estrecho de Dinamarca, podría haber tenido cierta influencia en la caída de uno de los más grandes imperios del mundo. ¿Qué tendría que ver el frío? “Cuando se trata de la caída del imperio romano este cambio climático tal vez fuera la última gota que hizo rebasar el vaso”, dijo en declaraciones de la universidad Tom Gernon, coautor del estudio y profesor de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Southampton. Los científicos del clima sostienen la teoría de que la pequeña glaciación fue posterior a erupciones volcánicas que bloquearon con sus cenizas la luz del sol e hicieron que descendieran las temperaturas. Ese enfriamiento puede haber dado lugar a parte de las migraciones en masa que ocurrieron en Europa en esa época.
Los guerreros germánicos tal vez se destacaban por sobre los legionarios romanos, y del mismo modo las rocas que Gernon y sus colegas investigaron “parecían un tanto fuera de lugar porque son tipos de roca diferentes a todo lo que encuentres hoy en Islandia y no sabíamos de dónde provenían”, dijo Christopher Spencer, autor principal del trabajo como químico tectónico de la Universidad Queen’s de Kingston, Ontario.
Gernon, Spencer y el coautor Ross Mitchell del Instituto de Geología y Geofísica de la Academia China de Ciencias, molieron las rocas para analizar su antigüedad y la composición de los diminutos cristales, llamados zircones o circones.
©Dr Christopher Spencer, Queen’s University, Canada. “Los circones son como cápsulas del tiempo que preservan información vital que incluye el momento de su cristalización y las características de su composición. La combinación de la antigüedad y la composición química nos permite identificar regiones hoy expuestas en la superficie de la Tierra, como si fueran las huellas dactilares que usan los forenses”, explicó Spencer.
Tarea de detectives Las “huellas dactilares” de los cristales señalaban a diferentes regiones de Groenlandia de hace 0,5, 1 a 1,5 y 2,5 a 3 mil millones de años atrás, primera evidencia directa de las rocas de Groenlandia del tamaño de un puño que viajaron a Islandia en témpanos de hielo. Los investigadores sugieren que esas rocas de Groenlandia llegaron en el siglo siete y se alinearon con lo que se conoce como evento Bond 1, “episodio mayor y conocido de témpanos que se desprendieron de glaciares y viajaron por el océano para derretirse eventualmente y dejar residuos en costas distantes”, dijo Gernon.
“El hecho de que las rocas provienen de casi todas las regiones geológicas de Groenlandia brinda evidencia de sus orígenes glaciales. A medida que los glaciares se desplazan, erosionan el paisaje y rompen rocas de áreas diferentes, que arrastran consigo creando una mezcla diversa y caótica, que en parte acaba atrapada dentro del hielo”, explicó. Si bien hasta donde se sabe los antiguos romanos no llegaron ni a Islandia ni a Groenlandia, el evento del traslado de rocas por témpanos de hielo apunta a eventos de enfriamiento que podrían haber afectado al imperio romano occidental cuando ya estaba debilitado. Y aunque el imperio romano tuvo un clima cálido y estable en el inicio de la era cristiana, los siglos tres a siete se vieron marcados por patrones climáticos inestables que promovieron la propagación de enfermedades y los problemas agrícolas, lo que a su vez exacerbó las tensiones sociales y políticas.
Si el periódo de la pequeña glaciación comenzó sesenta años después de la caída de Roma ¿cómo es que podría haber afectado al imperio? La fecha del año 476 DC es simbólica más que precisa en términos históricos. En el año 476 el caudillo germano Odoacro venció a Rómulo Augústulo, último emperador romano de Occidente, pero eso no significa que la cultura o la influencia romana desapareciera de repente. La pequeña glaciación probablemente afectara a una sociedad que ya estaba debilitada debido a la caída de su capital.
Este estudio, además de reconstruir la actividad de los témpanos que llevaron rocas de Groenlandia a Islandia, también brinda una excelente oportunidad para reflexionar en cómo el cambio climático repentino y brusco afectó a una de las civilizaciones más poderosas del mundo.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Thomas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.
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Autor: Thomas Handley