
Publicado por
Christian Pérez
Redactor especializado en divulgación científica e histórica
Creado:
30.01.2025 | 18:27
Actualizado:
30.01.2025 | 18:27
En una excavación arqueológica de rutina en la región de Westfalia, Alemania, un descubrimiento inesperado captó la atención de los expertos en historia antigua. Se trata de un diminuto candado de oro de la época romana, de apenas 1,2 por 1,1 centímetros, un objeto más pequeño que una moneda de un euro, pero con un valor incalculable para la arqueología. Su hallazgo abre nuevas preguntas sobre el contacto entre las élites locales germánicas y el Imperio Romano, así como sobre el nivel de sofisticación de los artesanos de la época.
El artefacto fue encontrado en un campo cercano a Petershagen-Frille por un buscador de metales autorizado, quien notificó de inmediato a los arqueólogos del Landschaftsverband Westfalen-Lippe (LWL). Al analizar la pieza, los especialistas concluyeron que se trataba de una versión en miniatura de los candados cilíndricos romanos que solían utilizarse para asegurar cofres y cajas, generalmente fabricados en hierro o bronce. Pero lo que hace único a este hallazgo no es solo su tamaño o su composición en oro, sino el misterio de su origen y su función real.
Un objeto único en Europa
Este pequeño candado dorado no tiene precedentes en Europa. Aunque existen numerosos ejemplos de cerraduras romanas de tamaño estándar, ninguna otra pieza similar ha aparecido hasta ahora en excavaciones o colecciones arqueológicas. Su diminuta estructura está compuesta por dos placas cilíndricas cerradas por tapas y aseguradas con tres remaches. Su superficie presenta perforaciones ornamentales, un detalle que sugiere que no se trataba de un objeto meramente funcional, sino también decorativo.
El diminuto candado, elaborado con gran precisión en oro y hierro, mide apenas 1,1 cm x 1,2 cm y debió haber sido creado por un artesano altamente especializado en la época romano-provincial. Foto: LWL/S. Brentführer
Lo que desconcierta a los expertos es cómo llegó este objeto a Westfalia. En una época en la que el Imperio Romano ejercía influencia sobre territorios más allá de sus fronteras, es posible que este candado haya sido un objeto de comercio, un botín de guerra o incluso un recuerdo traído por un soldado germano tras servir en las legiones romanas. Aunque no se han encontrado otras piezas similares, los investigadores se preguntan si pudieron existir más candados de este tipo que aún no han sido descubiertos.
Tecnología avanzada para desentrañar el misterio
El candado, a pesar de su pequeño tamaño, representó un desafío técnico para los investigadores. En un primer momento, los intentos de examinar su mecanismo con radiografías convencionales no dieron resultados debido a la densidad del oro. Para obtener una imagen clara de su interior, el equipo recurrió a una innovadora técnica de tomografía computarizada por neutrones, una herramienta poco utilizada en arqueología, pero que ha permitido revelar la estructura interna del objeto con gran detalle.
El escaneo reveló que el candado contaba con un mecanismo interno de hierro compuesto por un muelle, un riel de guía, un cerrojo y una placa base. Esto confirmó que no se trataba simplemente de un adorno, sino de un candado plenamente funcional. Sin embargo, el análisis también mostró signos de daños, lo que sugiere que en algún momento alguien intentó forzarlo, ya sea para abrirlo o para eliminar algún bloqueo en su mecanismo.
La reconstrucción del candado
Para comprender mejor su funcionamiento, los especialistas de LWL decidieron fabricar una réplica funcional a una escala cuatro veces mayor que el original. Este modelo permitió observar con más claridad el complejo sistema de cierre que se ocultaba en su diminuta estructura. Además, gracias a un eslabón de cadena aún adherido al candado, fue posible reconstruir la cadena que originalmente lo acompañaba, la cual habría tenido al menos seis eslabones para que el mecanismo funcionara correctamente.
La precisión del mecanismo demuestra la destreza de los herreros provinciales romanos, capaces de trabajar con una combinación de oro e hierro para crear un objeto de alta sofisticación técnica. Esta pieza ofrece una visión única sobre la habilidad de los artesanos de la época y sobre la posible existencia de otros objetos de lujo similares que aún no han sido hallados.
Constantin Fried, quien descubrió el candado enterrado en la tierra, en plena búsqueda. Foto: LWL/S. Brentführer
¿Un objeto de prestigio o un regalo de valor simbólico?
El contexto en el que fue encontrado el candado plantea nuevas preguntas. Dado que no formaba parte de un conjunto de otros objetos de valor, su función original sigue sin estar clara. ¿Se trataba de un regalo exclusivo destinado a un miembro de la élite local? ¿Era un artículo de lujo fabricado para un romano de alto estatus que vivía en la región?
Una teoría sugiere que el candado pudo haber sido parte de un cofre de joyas o de un pequeño contenedor utilizado para guardar objetos valiosos. Sin embargo, su tamaño hace difícil imaginar qué tipo de caja podría haber asegurado. Otra posibilidad es que, más allá de su función práctica, el objeto tuviera un valor simbólico, como un amuleto o un regalo especial.
La reconstrucción a escala 4:1 del candado con cadena en su posición cerrada. Foto: LWL/S. Brentführer
Un hallazgo tan curioso que reescribe la historia
Este pequeño candado de oro no solo es un objeto arqueológico fascinante, sino que también aporta nueva información sobre las conexiones entre las sociedades germánicas y el mundo romano. Su hallazgo en un área que, en teoría, estaba fuera del control directo del Imperio Romano, sugiere que las redes de intercambio cultural y comercial eran más extensas de lo que se pensaba.
Además, plantea la cuestión de si este es un hallazgo aislado o si aún hay más piezas similares esperando ser descubiertas. Hasta ahora, este es el único candado en miniatura de su tipo en Europa, pero su existencia abre nuevas líneas de investigación sobre los vínculos entre las provincias romanas y las tierras más allá de sus fronteras.
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Con cada nuevo descubrimiento, la historia se reescribe y los objetos más pequeños pueden ser los que guarden los secretos más grandes. Este diminuto candado dorado sigue siendo un enigma, pero su mera existencia es una prueba de la maestría artesanal romana y de la intrincada red de relaciones que conectaba el mundo antiguo.
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Autor: christianperez