
<p class="caption-title ">Portada del primer número de la revista ‘Mirador’, el 31 de enero de 1929, que ya incluía el ‘Mirador indiscret' </p> <span class="caption-author ">Mirador</span>
Los estudiosos del humorismo, del periodismo, de la literatura y también muchos lectores saben que la prensa catalana de los treinta primeros años del siglo XX es un prodigio de escritura e ingenio, con una guinda de mala leche. A menudo –me cuento entre ellos– somos proselitistas y nos gustaría que otras personas se apasionaran tanto como nosotros. Una vez descubrí la existencia de un ingeniero llamado Fernando Reyes Garrido. Este señor llegó a ser famosísimo porque en 1933 conectó las redes ferroviarias de diferentes compañías que operaban en Barcelona para que los usuarios pudieran hacer transbordos. Fue el inicio del sistema de cercanías.
Cuando me enteré de la historia de los enllaços ferroviaris –como se les llamaba en la época– empecé a encontrarlos por todas partes. Fernando Reyes tuvo una presencia habitual en El Be Negre , donde fue el chiste constante –junto con Jaume Vachier, que intentó poner orden en la circulación con las primeras señales de tráfico, y un político estrafalario llamado Pociello Forradellas–. Me hacían tanta gracia estos chistes y otros del mismo estilo que los iba contando a todo el mundo. Un todo el mundo que eran cuatro o cinco amigos escogidos que no comprendían mi fijación por aquellos años y que me miraban con cara de “qué raro eres, chico.”
Conseguir que cada vez más lectores sepan apreciar las maravillas de El Be Negre , del Papitu de 1910 o de L’Esquella de la Torratxa de los años de la guerra es para algunos de nosotros una obsesión. Existen dos vías: una consiste en recuperar chistes y textos para que circulen y lleguen a personas que no tienen costumbre de leer hemerotecas digitales.
Es lo que ha hecho el periodista Carles Singla (El Pla de Santa Maria, 1966) en Mirador Indiscret, un volumen que recopila textos de la sección del mismo nombre del semanario Mirador (1929-1936): una referencia del periodismo en Catalunya. Surgió por iniciativa del abogado Amadeu Hurtado, que era el propietario, tuvo dos directores –el católico ultramontano Manuel Brunet y el sibilino Just Cabot–. Publicó –¡bravo!– los aperitius de Sagarra, crónicas de cine de Sebastià Gasch y Josep Palau Claveras, reportajes de espectáculos de Joan Tomàs, crítica de arquitectura de Màrius Gifreda, chistes de Valentí Castanys y de Apa. ¡Sopla! Si tuviéramos una revista así ahora nos caería la baba a chorro.
⁄ Las burlas a Dalí, Miró, Foix, nos tocan más de cerca porque son grandes figuras y es más fácil entender los chistes Mirador indiscret era una sección de cotilleos que conectaba con otros espacios similares: cada periódico tenía el suyo. Publicaba el off the record iluminador, hablaba mal de este y aquel, defendía los intereses editoriales frente a otras cabeceras y grupos políticos (Mirador estaba vinculada a Acció Catalana). Las bromitas a veces traían cola. En sus memorias, Ganas de hablar , Ignasi Agustí –que enseguida estuvo a sueldo de la Lliga– cuenta que pilló un cabero monumental (que propició su deriva hacia posiciones alejadas del catalanismo), por una nota del Mirador indiscret sobre su “bautismo del aire” : su primer vuelo. Hay que decir que, en general, Mirador era más comedido que El Be Negre y que el cabreo del Agustí se debió más a un elevado nivel de susceptibilidad que a la mala fe de Cabot, que seguramente fue el autor del texto burlón.
El libro que acaba de publicarse incluye artículos muy divertidos. Más divertidos cuando sabes de quien están hablando. Las burlas a Dalí, Miró, Foix, nos tocan más de cerca porque son grandes figuras y es más fácil entender los chistes. Otros –como el alcalde radical Pich i Pon– son clásicos del humor catalán. Parece ser que muchas piquiponadas eran apócrifas y que se pagaban como colaboración a los periodistas que se las inventaban.
Pich i Pon decía “mármol de carraca”, “lapislatzuli” en lugar de “lapsus” y “humanidad” en vez de “unanimidad”. Pero muchos personajes y situaciones nos quedan tan lejos que posiblemente habría sido mejor relacionarlas unas con otras y explicarlas en un ensayo, antes que servirlas así a pelo. Es la segunda vía de recuperación. La que yo subscribo, personalmente.
Mirador indiscret Edición a cargo de Carles Singla. Eumo 264 páginas 21 euros
Fuente:
Autor: Julià Guillamon