
El orgasmo fingido, un guion que muchas siguen interpretandoEn ‘Cuando Harry encontró a Sally’ (1989) quedó claro lo fácil que es para una mujer fingir un orgasmo. Meg Ryan se lo demostraba a Billy Crystal en una concurrida cafetería de Nueva York, quien no salía de su asombro, puede que le vinieran a la cabeza algunos de sus encuentros íntimos, o puede que simplemente quedara atónito por las dotes interpretativas de su amiga. Lo que sí sabemos es que esta comedia no es más que un reflejo de la realidad y, aunque han pasado ya 36 años del clásico de Nora Ephron, continúa siendo actual.En la última encuesta llevada a cabo por Womanizer, empresa dedicada al bienestar sexual, en el que se analizan las tendencias sexuales, de un total de 500 mujeres, sólo un 38% confesó no haber fingido nunca un orgasmo. El resto lo ha hecho al menos una vez. Un dato que coincide con lo aportado por Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España, que señala que, aunque los hombres también lo hacen, sucede en menor proporción. “Una investigación llevada a cabo por Muehlenhard y Shippee en 2009 con una muestra de casi 300 personas, arrojó que el 25% de los hombres y el 50% de las mujeres habían fingido un orgasmo alguna vez”.Los motivos por los que las mujeres fingen los orgasmosDurante siglos, el constructo social desvinculó el placer de la sexualidad femenina. Las mujeres no podían —ni debían— tener orgasmos, lo que puso al hombre en el centro de la conversación. Aunque esto ha cambiado, si preguntamos sobre los motivos que llevan a las mujeres a actuar en la cama, encontramos una gran necesidad de complacer al otro y de no herir sus sentimientos. “Existen estudios que hablan del deseo de reforzar las habilidades sexuales de la pareja o la estrategia de finalizar interacciones sexuales, especialmente cuando sienten que el orgasmo no va a llegar con facilidad”, menciona Bizzotto. Lo curioso es que en lo que a brecha orgásmica se refiere, la cosa cambia significativamente cuando las parejas son del mismo sexo. La socióloga explica que las mujeres en relaciones heterosexuales llegan con menos frecuencia al clímax que los hombres en esos mismos encuentros. “Las investigaciones han observado que las que menos orgasmos alcanzan son las mujeres heterosexuales (65%) frente a las lesbianas o bisexuales que lo hacen en un 83%, un dato mucho más cercano al 90% de los hombres hetero (Frederick et al., 2018)”.Para Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga, la falta de excitación, bien sea porque su pareja no las está estimulando como necesitan, porque no están cómodas, o incluso porque nunca han sentido un orgasmo y no saben cómo conseguirlo, es otro de los motivos más frecuentes. “Enfrentar la conversación puede suponer mucho malestar. Hay mucho miedo a no sentirnos válidas, no suficientemente sexuales o experimentadas, y que nuestra pareja nos rechace. El miedo al rechazo está de fondo siempre que fingimos un orgasmo”. Cecilia Bizzotto abre otro melón: la falta de asertividad sexual. “En el ámbito sexual, ser asertiva está relacionado con mayor satisfacción sexual y más deseo. Si soy capaz de comunicarme con mi pareja, disfrutaré más del sexo y, por tanto, tendré más deseo de repetir encuentros sexuales”. Destaca la importancia de eliminar la culpa y cree que las mujeres tienen el doble de probabilidad de fingir orgasmos que los hombres, por motivos sociales, y los centra en tres aspectos:Existe un ‘guion sexual’ que nos ha enseñado que las mujeres deben alcanzar el orgasmo antes que los hombres, basada en la idea de que el sexo acaba cuando el hombre alcanza el orgasmo.La idea de que la responsabilidad del orgasmo es del hombre o de la pareja. Es decir, nosotras mismas no somos capaces de proveernos de orgasmos durante un encuentro sexual y debemos esperar a que él nos satisfaga.La centralidad del placer masculino en los encuentros sexuales heterosexuales, basados en la penetración.Un teatro que tiene consecuencias (sobre todo para ti)“Cuando se finge un orgasmo, estamos negando nuestro placer, dejándolo a un lado y renunciando a él. Nos resignamos a no sentirlo, apartando toda posibilidad de conseguirlo. Además, asentamos la relación de pareja en una mentira, sobre todo cuando se hace de forma repetida en el tiempo”, sentencia Lombardía. Para Bizzotto, debemos tener presente que si esto me sucede con frecuencia, es posible que acabe asociando el sexo como una actividad poco placentera, algo que hago para satisfacer sólo al otro. “Esto me hará experimentar poco deseo sexual, ¿por qué voy a anhelar algo que no me complace?, y tener bajo deseo sexual puede conllevar emociones negativas como culpa, vergüenza, inseguridad, etc.”, por no hablar de que si no le comunicamos a nuestra pareja cómo nos sentimos y fingimos el clímax, no podrá hacer nada por cambiar la situación. “Estoy dándole un “refuerzo positivo” por hacer cosas que ni siquiera me gustan demasiado. ¡Así no ayudo a mi pareja a que sea mejor amante!”. En su consulta, Lombardía recibe mujeres que llevan años fingiendo los orgasmos en su relación de pareja y han decidido dejar de hacerlo para sentirlos de verdad. “Necesitamos cambiar las dinámicas que se han establecido en sus encuentros sexuales, empezar a pedir lo que necesitan, respetar sus ritmos y en muchas ocasiones (no en todas) afrontar la temida conversación en la que reconocer la realidad de su vida sexual”.Afrontando la mentiraBizzotto arguye que debemos partir de responsabilizarnos de nuestro placer, y dejar de esperar del otro que sepa cómo hacernos disfrutar sin que se lo comuniquemos, y aporta algunas ideas:
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Autor: Mónica Heras