
Creado:
2.03.2025 | 12:30
Actualizado:
22.02.2025 | 14:55
De vez en cuando, las excavaciones arqueológicas nos sorprenden con hallazgos siniestros que parecen sacados del mejor relato de terror. En ocasiones, son cuerpos inmovilizados en la tumba mediante cuchillos y hoces, como el de la supuesta vampira Zosia en la Polonia del siglo XVII. En otras, se trata de curiosos cadáveres compuestos a partir de fragmentos de varios cuerpos, como el del “Frankenstein” del yacimiento de Pommerœul. Las cabezas cortadas halladas en distintos yacimientos europeos de la Edad del hierro suponen un interesante enigma histórico sobre la relación entre cuerpo y poder en el pasado. Exploramos la práctica de la decapitación.
La decapitación en la Europa de la Edad del Hierro
Ritualidad, simbolismo y política
La práctica de la decapitación en la Europa de la Edad del Hierro se enmarca dentro de un complejo entramado simbólico, ritual y político. Desde tiempos antiguos, la remoción del cráneo se ha utilizado como un poderoso gesto de dominación y de afirmación de identidad. Investigaciones arqueológicas, como las realizadas en el sitio de Le Cailar en Francia, han permitido establecer que los restos craneales se habían embalsamado y depuesto, que confirman la veracidad de las descripciones clásicas (Strabo, Diodoro y otros) y aportan nuevos datos sobre el contexto material de esta práctica.
Técnicas para el estudio de la decapitación en la Edad del hierro
Los proyectos de estudio contemporáneos han combinado técnicas analíticas –como la cromatografía de gases acoplada a la espectrometría de masas (GC-MS)– con un enfoque contextual interdisciplinario, lo que ha permitido reconstruir los procesos de transformación y circulación de las cabezas decapitadas en el paisaje cultural de la época. Estas investigaciones no solo reafirman la existencia de rituales complejos, sino que también abren interrogantes sobre la interacción entre memoria, identidad y poder en sociedades prehistóricas.
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Separar y reunir: el valor simbólico de la decapitación
El debate sobre la función de la decapitación se ha enriquecido al incorporar perspectivas teóricas en torno a la “desintegración del cuerpo” y su posterior “reintegración simbólica” a través de procesos rituales. La decapitación, por tanto, iba más alla de ser un acto violento para convertirse en una práctica cargada de simbolismo, donde el corte físico se vinculaba con la ruptura de los lazos sociales que, simultáneamente, otorgaba la posibilidad de reconfigurar las identidades colectivas.
Cabeza de Ullastret. Decapitación. Fuente: MAC-Ullastret/De Prado
Cabezas cortadas en los yacimientos de la antigüedad europea
Principales características
Los yacimientos que presentan cabezas decapitadas suelen posicionarse en lugares estratégicos, como zonas de tránsito o posiciones defensivas. Este hecho parece reforzar la idea de que la decapitación se practicó como un acto vinculado a conflictos y rivalidades territoriales.
Los restos craneales, además, suelen asociarse con artefactos simbólicos como armas y objetos de adorno. Los estudiosos han apuntan a una función dual de esta constante: se buscaba, al mismo tiempo, castigar y honrar al enemigo.
Otro elemento común a estos yacimientos es su consistencia cronológica. La presencia de monedas, cerámicas y otros elementos materialmente datables permite ubicar estos rituales dentro de periodos concretos de la Edad del Hierro. La decapitación, por tanto, consolida su relevancia en el desarrollo cultural y político de la época.
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La Galia
Las evidencias arqueológicas indican que, en distintas partes de Europa y el Mediterráneo, se llevaron a cabo prácticas de decapitación voluntaria. En la Galia, los celtas solían clavar las cabezas de enemigos en las puertas de sus fortalezas, una práctica documentada por autores clásicos como Estrabón. En el yacimiento de Roquepertuse (Francia), por ejemplo, se han hallado cráneos empotrados en la arquitectura de los templos, lo que sugiere un uso ceremonial vinculado a la guerra y la religión.
Gran Bretaña
En Gran Bretaña, los restos descubiertos en el fuerte de la Edad del Hierro de Stanwick también presentan evidencias de decapitación ritual. Las cabezas humanas se exhibían en estacas o se depositaban en fosas sagradas, posiblemente como ofrendas a deidades guerreras.
El Mediterráneo
En el mundo mediterráneo, los etruscos pudieron practicar algún tipo de ritual relacionado con la decapitación, como parecen indicar las representaciones en cerámicas y relieves funerarios. En Cartago, las excavaciones han revelado cráneos en contextos de sacrificio humano, aunque su función exacta sigue siendo debatida.
Poblado de Puig Castellar. Decapitación. Fuente: Museu Torre Balldovina
Cabezas cortadas en la península ibérica
Los casos de Ullastret y Puig Castellar
El yacimiento de Ullastret fue una importante ciudad ibérica fortificada, centro político y económico del territorio de los indigetes. Su tamaño y ubicación sugieren un papel central en la organización territorial y el control de recursos. El urbanismo de la urbe refleja un alto grado de planificación. Contaba con murallas, silos para el almacenamiento de grano y espacios rituales.
Por otro lado, el sitio layetano de Puig Castellar se ubica en Santa Coloma de Gramenet y fue un asentamiento menor de los layetanos, con una función más orientada al control territorial local. Su ubicación estratégica permitía vigilar rutas comerciales y defensivas. Las excavaciones han revelado estructuras domésticas, fortificaciones y evidencias de actividad agraria. También se han documentado vestigios de actividad metalúrgica, lo que sugiere la existencia de una economía diversificada y cierta especialización productiva.
La decapitación en el mundo ibérico
Las cabezas cortadas representan una práctica ritual excepcional en el mundo ibérico, cuya interpretación ha oscilado entre la veneración de los ancestros y la exhibición de trofeos de guerra. En el caso de estos dos yacimientos, los cráneos pertenecían a individuos masculinos, algunos de ellos de entre 40 y 50 años.
Los cráneos hallados en estos yacimientos presentan evidencias de haber sido decapitados y exhibidos. En Ullastret, los cráneos se encontraron en zonas expuestas, lo que sugiere su uso como elementos de veneración o signos de prestigio. En Puig Castellar, en cambio, se depositaron en espacios urbanos, lo que podría indicar un uso propagandístico o disuasorio.
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El ritual de las cabezas cortadas
El ritual asociado a la decapitación durante la Edad del Hierro es un tema de gran complejidad, ya que supone la integración en un mismo discurso de prácticas y significados procedentes de contextos heterogéneros. La deposición de las cabezas decapitadas, por tanto, funciona como un acto cargado de simbolismo en el que el tratamiento y colocación del cráneo podían reflejar aspectos como la identidad, el honor y la venganza.
Estas prácticas rituales se interpretan como expresiones de una cosmovisión en la que el cuerpo, al fragmentarse, no pierde su poder simbólico, sino que adquiere nuevas lecturas. La decapitación, en este sentido, es vista como un medio para transformar la violencia en un ritual de afirmación social y de memoria histórica, donde el acto físico se traduce en un mensaje de resistencia y continuidad cultural.
Exhibición pública
En algunos contextos, las cabezas se exhibían en lugares visibles, como pórticos o murallas de asentamientos. Tal localización habría servido para intimidar a posibles adversarios y reafirmar la supremacía del grupo dominante.
Recreación fantasiosa de un guerrero sujetando la cabeza del enemigo. Decapitación. Fuente: Midjourney/Erica Couto
Depósito ritual
En otros casos, las cabezas se depositaban en contextos ceremoniales específicos, a menudo acompañadas de ofrendas o en espacios sagrados. Esto parece indicar un intento consciente por integrar la fuerza del enemigo decapitado en la construcción de la identidad colectiva.
Embalsamamiento y conservación
Algunos estudios, además, han revelado la aplicación de tratamientos químicos a los restos craneales, posiblemente para preservar y “consagrar” el objeto ritual. Estos análisis añaden una dimensión estética y mágica en el tratamiento de las cabezas.
Cráneo atravesado por un clavo. Decapitación. Fuente: Ullastret MAC
¿Por qué cortaban cabezas?
Desde una perspectiva simbólica, el corte de la cabeza representaba la destrucción de la identidad del enemigo. Así, se le despojaba de sus atributos de poder y de autoridad. Al separar la cabeza del cuerpo, se quebrantaban los vínculos que unían al individuo a su comunidad, lo que facilitaba la apropiación de sus “virtudes” o, en sentido contrario, la negación de su valor como adversario.
Rito de paso y transformación
La decapitación puede entenderse como un rito que marca el paso de un estado a otro. La remoción del cráneo, unida a rituales de embalsamamiento o deposición, se interpreta como un proceso de transición que permite la reconfiguración de la identidad tanto del agresor como del vencido.
Residencia aristocrática en el yacimiento de Ullastret. Fuente: Ullastret MAC
Afianzamiento del poder
En los contextos bélicos, exhibir la cabeza de un enemigo se convirtió en una herramienta política para demostrar la propia victoria y consolidar el liderazgo. Esta práctica funcionaba, al mismo tiempo, como un recordatorio permanente del poderío del grupo victorioso y como advertencia en el caso de futuras confrontaciones.
Simbolismo de fertilidad y regeneración
Algunas interpretaciones sugieren que la decapitación también pudo tener, en ciertos casos, una función simbólica ligada a la fertilidad y a la renovación, al considerarse la cabeza como el “centro” del ser. La acción de separar la cabeza del cuerpo, por tanto, pudo haberse entendido como un mecanismo para la regeneración de la organización social.
Referencias
Armit, Ian. 2012. Headhunting and the body in Iron Age Europe. Cambridge University Press, 2012.
Armit, Ian, et al. 2010. "Porticos, pillars and severed heads: the display and curation of human remains in the southern French Iron Age". Body parts and bodies whole: 90-100.
de la Fuente-Seoane, Rubén et al. "Territorialisation and human mobility during the Iron Age in NE Iberia: An approach through Isotope Analyses of the Severed Heads from Puig Castellar (Barcelona, Spain) and Ullastret (Girona, Spain)." Journal of Archaeological Science: Reports 62 (2025): 105035. DOI:
Fuente:
Autor: ericacouto