
<p class="caption-title ">Cientos de partidarios de Ucrania en Times Square (Nueva York)</p> <span class="caption-author ">Adam Gray / Ap-LaPresse</span>
La administración Trump no ha hecho nada para restablecer los puentes con Ucrania que el viernes saltaron por los aires en el despacho oval. Al contrario. El presidente Trump ordenó este domingo que los pesos pesados de su administración insistieran en que no hay nada que negociar mientras el presidente Volodímir Zelenski siga al frente de Ucrania.
Mike Waltz, consejero nacional de seguridad, sugirió en a la cadena CNN que lo mejor que puede hacer Zelenski es irse. “Necesitamos un dirigente que pueda tratar con nosotros y los rusos (…) Si Zelenski, por motivos personales o políticos, difiere de la voluntad de poner fin a los combates en su país, entonces tenemos un gran problema”.
Zelenski, como reiteró durante su paso por Washington, está a favor de negociar un alto el fuego. Solo quiere que incluya garantías de seguridad para Ucrania. Es decir, el compromiso de Estados Unidos de salir en defensa de Ucrania si Rusia viola la tregua, como ha sucedido con anterioridad.
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Zelenski admite que la bronca del viernes con Trump y el vicepresidente Vance no ayuda a Ucrania y, en sucesivas declaraciones, ha intentado rehacer la relación agradeciendo la ayuda recibida durante estos tres años de guerra.
Sin embargo, la Casa Blanca no ha dado un paso similar. El secretario de Estado Marco Rubio explicó en la cadena ABC que no ha hablado con Zelenski ni tampoco con el ministro de Asuntos Exteriores Andrii Sybiha desde la reunión con Trump en la Casa Blanca.
Rubio reiteró el mensaje que dio Trump el mismo viernes: “Estaremos listos para recuperar la relación cuando ellos (los ucranianos) estén listos para la paz”.
Marco Rubio es uno de los republicanos que más ha cambiado su posición sobre Ucrania. Cuando era senador consideraba que Estados Unidos debía ayudarla porque luchaba para defender la democracia y la libertad, es decir, los intereses tradicionales de Washington. Enfrentarse a la Rusia de Putin era como hacerlo a la Unión Soviética.
Este razonamiento lo compartían la mayoría de congresistas republicanos, empezando por Mitch McConnell, durante años jefe de filas en el Senado, que hoy mantiene un silencio elocuente.
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El mismo cambio de rumbo ha hecho Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes. La pasada primavera sacó adelante un paquete de ayuda a Ucrania valorado en 60.000 millones de dólares al que se opuso el sector ultra de su partido. Temió que colocarse “en el lado correcto de la historia”, como él mismo dijo entonces, le costara el cargo. Lo salvó, sin embargo, plegándose completamente a un Trump que siente una admiración especial por Putin y con el planea reunirse en breve.
El acuerdo de minerales con Ucrania no está sobre la mesa “de momento”
El acuerdo sobre minerales que pretendían firmar este viernes los presidentes de Estados Unidos y de Ucrania, Donald Trump y Volodímir Zelenski, antes de su discusión en la Casa Blanca, no está sobre la mesa “de momento”, declaró este domingo el secretario estadounidense del Tesoro, Scott Bessent. “Todo lo que el presidente Zelenski tenía que hacer era venir y firmar este acuerdo económico y decidió hacer estallar todo esto", dijo Bessent en una entrevista con la cadena CBS.Los demócratas tampoco han salido en tromba para defender a Zelenski. Salvo contadas excepciones, han preferido ponerse de perfil. Esta renuncia ha puesto de relieve que la solidaridad con Ucrania está, sobre todo, en la calle. Este fin de semana ha habido marchas de apoyo en varias ciudades, ninguna más importante que en Nueva York, donde la comunidad ucraniana ronda las 150.000 personas.
Las protestas tocaron de cerca al vicepresidente JC Vance, que pasaba el fin de semana en una estación de esquí de Vermont con su familia. Los manifestantes en el pueblo de Waitsfield le obligaron a cambiar de planes cuando ya había llegado con su mujer y sus tres hijos.
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Autor: Redacción La Vanguardia